Premio al prestamista

FERRAN MONEGAL

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Cuando Valle-Inclán escribió: «España es una deformación grotesca de la civilización europea» no había nacido todavía la tele. Y cuando su personaje Max Estrella quería instalarse en el Callejón del Gato, frente a los espejos cóncavos, para esperpentizarse definitivamente, no sabía que la cadena Cuatro lo iba a conseguir con Los Gipsy Kings 85 años después. O sea que Valle-Inclán era un ingenuo. Se quedó corto. Los esperpentos y la deformación grotesca es ahora cuando han llegado a su máximo esplendor. Cuatro acaba de estrenar la tercera temporada de Los Gipsy Kings: los González, los Montoya, los Jiménez, los Salazar, y los Fernández Navarro de Mallorca. Estos últimos siguen siendo la familia predilecta de los que fabrican el programa. Es natural, el currículo de su capo y patriarca, Joaquín, prestamista mallorquín, es esplendoroso. Detenido por la Policía Nacional en el 2012, acusado de violencia, amenazas, blanqueo de dinero y tenencia ilícita de armas, fue objeto de seguimiento en el Equipo de investigación de La Sexta. Y en Espejo público (A-3 TV) abrieron una mañana los teléfonos y sus víctimas contaban las artes intimidatorias que sufrieron. Con este palmarés tan hermoso, la cadena le ha transformado en estrella. En temporadas anteriores lo sacaban agarrado ostentosamente a un fajo de billetes de 500 euros. Los lanzaba al aire, en plan fanfarrón, mientras una voz en off exclamaba con admiración: «¡Son los reyes del lujo de Mallorca!». Ahora le preparan una vuelta al mundo porque viendo los dibujos animados de Willy Fog le entraron unas ganas enormes. O sea, que no hay como tener una buena trayectoria policial para que la tele te recompense con una gira mundial a tutiplén.

Excepción hecha de este capo prestamista, que es hiriente, el resto de familias no nos ofenden. Otra cosa es cómo está digiriendo el pueblo romaní estas caricaturas, a veces tan grotescas. Ya ha habido protestas. En casa siempre nos ha gustado la Rebe, de los Jiménez de Plasencia. La llaman la reina del roneo, también la París Hilton del mercadillo. Es verdad que el programa se esmera en la exaltación de lo hortera. ¡Ah! Hoy lo hortera está de mucha actualidad. Sobre todo desde que Trump ha llegado a presidente. Hoy si Max Estrella estuviera entre nosotros, en lugar de ir al Callejón del Gato para esperpentizarse frente a los espejos cóncavos, no tendría más remedio que trasladarse a la Trump Tower.