RECONOCIMIENTO A UN CINEASTA LIBRE

Fernando Trueba: «He hecho el cine que tenía que hacer»

El director logra el Premio Nacional de Cinematografía por su «indiscutible trayectoria»

Fernando Trueba, en el Festival de Río de Janeiro, en el 2012.

Fernando Trueba, en el Festival de Río de Janeiro, en el 2012.

BEATRIZ MARTÍNEZ / MADRID

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Fernando Trueba (Madrid, 1955) los premios siempre parecen llegarle por sorpresa. Desde aquel Oscar de la Academia de Hollywood que ganó por Belle Époque en 1994, hasta el Premio Nacional de Cinematografía con el que fue distinguido este martes por el Ministerio de Educación y Cultura «en reconocimiento a su indiscutible trayectoria profesional como director, productor y guionista, además de su labor en defensa de la profesión cinematográfica desde los inicios de su carrera».

Lo cierto es que, aunque su cine puede aparentar no salirse de las normas establecidas, en realidad Fernando Trueba siempre ha ido por libre, a contracorriente de mareas de modas y convencionalismos, lo que ha condicionado que, sus trabajos más icónicos casi los podamos considerar fuera del espacio y el tiempo. «En tiempos en que cada vez hay más uniformidad y películas hechas al dictado, he intentado hacer el cine que tenía que hacer. El arte debe ser una aventura individual y dejarte en él la vida», declaró el director tras conocer la noticia de este galardón.

Formó al inicio de su carrera parte de la nueva comedia madrileña con su debut Ópera prima (1980), pero a pesar de la frescura que inundaba esa obra iniciática, el peso de la tradición clásica, de su herencia afrancesada, de su mirada nostálgica hacia otros tiempos dorados del séptimo arte, siempre han sido fundamentales a la hora de analizar su cine.

Le ha gustado jugar con los géneros, y casi los ha tocado todos en su afán por rendirles su particular homenaje. Se divirtió haciendo comedia pura y de enredo con Sal gorda (1984) y Sé infiel y no mires con quién (1985), con la que alcanzó el éxito.

Escarbando en la historia

Pero Fernando Trueba no se acomodó en ese registro y continuó su particular camino de búsqueda acompañado de la mano del guionista Rafael Azcona, con el que comenzó una fructífera colaboración que alcanzaría sus primeros logros en El año de las luces (1986). Fue la primera película en la que intentaba escarbar en la historia española a través de personajes que se veían supeditados a las circunstancias sociales y políticas del momento. Su segundo logro, Belle Époque (1992), con la que conseguiría el segundo Oscar para España dentro de la categoría de mejor película extranjera (tras el Volver a empezar de José Luis Garci en 1982). Años después retomaría la misma senda en La niña de tus ojos (1988), ganadora de siete goyas y un clásico instantáneo de nuestro cine.

Pero además de su vertiente más popular, el cineasta se enfrentó a nuevos retos, como el rodar en inglés cuando nadie lo hacía y probar suerte en el thriller con El sueño del mono loco (1989), una rareza irresistible, su película más oscura e impenetrable, quizás por eso, también la más fascinante. Volvería a rodar en inglés, aunque esta vez adoptando de nuevo los moldes de la comedia loca en la fallida Two much (1995).

Sus siguientes películas serían adaptaciones literarias casi siempre de carácter histórico. El embrujo de Shanghai (2002), basada en la novela de Juan Marsé (de la que se hizo cargo después de que Víctor Erice fuera retirado del proyecto) y siete años más tarde, El baile de la victoria (2010), en torno a la obra de Antonio Skármeta.

Música de raíces latinas

Siempre ha tenido hueco para filmar su auténtica pasión, la música de raíces latinas, de la que es un auténtico experto. Y lo ha hecho desde múltiples vertientes, la documental, con Calle 54 y El milagro de Candeal, y a través del cine de animación en su apreciada Chico & Rita, creada junto a Javier Mariscal y con la que volvió a estar nominado al Oscar dentro de ese apartado especial.

Su última película hasta el momento lo devolvía al máximo clasicismo y la reflexión madura en torno a la figura del creador. El artista y la modelo recupera la mirada más serena de Trueba. Y mientras su hijo Jonás comienza a hacerse un hueco en el panorama actual y él se encuentra preparando la segunda parte de La niña de tus ojos, más que los premios, a Fernando Trueba lo que le interesa es seguir contando historias: «Los premios son accidentes del camino. Pero lo que importa es hacer una película buena, la mejor que puedas, y hacerlo de forma libre e independiente», zanja el cineasta.