El 'fenómeno Lang Lang', en estado puro
El mediático pianista chino sedujo al Auditori con carismáticas piezas de Chaikovski, Bach y Chopin
César López Rosell
Periodista
CÉSAR LÓPEZ ROSELL / BARCELONA
El ‘fenómeno Lang Lang’ no solo no decrece sino que goza de buena salud. Las 4.000 entradas vendidas en sus dos conciertos en el Auditori, con las de su participación junto a la OBC agotadas desde hace varias semanas, y el entusiasmo, por no llamarle delirio, con el que se viven actuaciones como la noche del miércoles, ponen en evidencia que su capacidad de seducción sigue funcionando incluso mejor que en los momentos del impacto inicial de su aparición. Cada nuevo proyecto discográfico o cada nueva gira llegan envueltos de una cuidadosa estrategia promocional que alimenta la curiosidad y el interés de un público mayoritario, en parte ajeno a la clásica.
La sala de la calle Lepant vivía desde una hora antes una efervescencia inusual, con seguidores de todas las edades y procedencias haciendo cola para entrar o desfilando por los pasillos y el hall. Presos de una excitación, propia en algún caso de los primerizos, se hacían fotos delante de los carteles del artista o se acercaban al tenderete de venta de discos para adquirir alguna de las grabaciones, especialmente ‘Lang Lang in Paris’, eje del concierto que iban a escuchar. Los bares a rebosar eran otro signo de lo que, para muchos, era una noche especial en comunión con el artista.
FIESTA CLÁSICA POPULAR
La clamorosa acogida inicial para su entrada en escena era un indicativo de lo que iba a suceder después. Algunos aplausos se colaban cuando no correspondía, algo sin embargo aceptado por el artista acostumbrado a este tipo de recepción de sus interpretaciones. La mecánica expresiva se puso en marcha con ‘Las estaciones’ de Chaikovsky, 12 composiciones para piano que se corresponden con los meses del año. El pianista las abordó, alejándose un tanto del contexto de piezas de salón con el que estaban planteadas, para darles mayor espectacularidad sin renunciar a su intimismo. El reflejo de los estados de ánimo que los diferentes períodos de tiempo produjeron en el compositor se expandieron en la sala mediante una recreación excesivamente cargada de gesticulación pero que, remarcando lo melódico y lo armónico y con una precisa utilización de sus indudables recursos técnicos, transmitió las notables cotas de emoción de la partitura.
Los excesos lastraron un tanto su versión del ‘Concierto italiano’ de Bach que cerró la primera parte. La segunda, con los ‘Cuatro scherzos’ de Chopin, dio rienda suelta al Lang Lang en estado puro. Estas obras, diferentes entre sí y con tramos muy exigentes, fueron abordadas con acentuadas dinámicas y una visceral entrega en la búsqueda de los acentos dramáticos. Este visible apasionamiento, con el cuerpo del artista volcado sobre el piano, multiplicó su comunicación con un auditorio entregado que aplaudió con entusiasmo cada una de sus intervenciones. Dos bises con mucho fuego de artificio, y con un ramo de flores de una fan descansando sobre el piano, remataron una noche de fiesta clásica popular.
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