ESTRENO EN EL TANTARANTANA

Una obra ataca el turismo «demoledor» de Barcelona

Fèlix Pons fabula en 'Souvenir' con una guerra civil

Fèlix Pons y Paula Màila, en 'Souvenir'.

Fèlix Pons y Paula Màila, en 'Souvenir'.

IMMA FERNÁNDEZ / BARCELONA

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Admite cierto masoquismo.  No puede evitar, pese a todo, su anclaje en Ciutat Vella. Después de 15 años viviendo en la devastada plaza del Pi, el actor y director Fèlix Pons se trasladó al Born, zona también arrasada por la marea turística. «Lo peor es que se han invertido los papeles: los ciudadanos debemos esquivar a las hordas foráneas, en vez de que ellas se integren. Todo se hace de cara al negocio turístico», critica. De su experiencia en territorio comanche nació Souvenir, un «grito de rabia y de dolor por los efectos demoledores» del frenesí viajero llevado al terreno de la comedia. Es su particular «acto terrorista» frente a un fenómeno que ha destruido la capital catalana. «Barcelona está extinguida. Ya no existe, se ha convertido en un Lloret de Mar», escupe.

El montaje de la compañía Arsenic Art Studio cierra el Cicló (Cicle de Companyies Independents de Barcelona) del Teatre Tantarantana, donde se representará a partir del viernes y hasta el 21 de junio. La actriz Paula Màila acompaña en escena al propio Pons, en un montaje poliédrico que entrecruza tres tramas y distintos lenguajes escénicos, incluidos el audiovisual (con una gran pantalla presidiendo la sencilla escenografía) y el teatro de objetos.

Los dos actores se reparten los siete personajes de una comedia que el director del Tantarantana, Julio Álvarez, define «como un juego de espejos sobre el origen, las consecuencias actuales y una proyección futura del turismo desaforado». Pons se ha planteado también una «reflexión sobre la memoria y el poder transformador y alienante del arte», en este caso del  cine.

TRES TRAMAS ENTRELAZADAS / En la primera trama, presentada como una conferencia sobre los orígenes del turismo europeo, un director de teatro barcelonés se encierra en una biblioteca de Berna para investigar sobre el tema y escribir una obra. En la segunda -a modo de homenaje a los comercios históricos obligados a bajar la persiana-, el propietario de uno de los últimos videoclubs de Barcelona, cineasta amateur, verá amenazado el negocio por las presiones inmobiliarias. La acción escénica se interrelaciona con una fotonovela en la pantalla.

En la tercera historia, Pons saca toda la artillería en una Barcelona del futuro. Una serie de ciencia ficción narra cómo la ciudad sufre una guerra civil entre los partidarios del turismo y los detractores. Corre el 2050. Al paso que vamos, avisa el creador, todo es posible. «Se ha ido demasiado lejos, se necesitarían medidas muy drásticas y una legislación muy potente. No creo que ni Dios ni Ada lo pueda solucionar».

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