ESTRENO EN EL TEATRE GAUDÍ

Fantasmas de la guerra

La elección del primer Soldado Desconocido, tradición iniciada en 1920 por el ejército británico, ha inspirado 'Fang a les costelles'

Una escena de 'Fang a les costelles'.

Una escena de 'Fang a les costelles'.

INMA FERNÁNDEZ / BARCELONA

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Cuatro ataúdes, con los restos de anónimos combatientes británicos caídos en Francia durante la primera guerra mundial. Solo uno de los cuerpos será el elegido para recibir los pomposos honores de Soldado Desconocido que le llevará a reposar en la majestuosa abadía de Westminster junto a ilustres finados. Curiosa tradición, iniciada por los británicos en 1920 y seguida después por otros países, que ha inspirado a Gerard Vàzquez la obra 'Fang a les costelles', cuyo montaje codirige con Ramon Hernàndez en el Teatre Gaudí hasta el 31 de mayo.

El autor fantasea con las vidas y muertes de aquellos soldados innominados, cuyos cuerpos, según cuenta la historia, aguardaron en sus respectivas cajas en un barracón militar cerca de Ypres hasta que el general L.J. Wyatt, con los ojos vendados, escogió a uno para la gloria y envió al resto a la sepultura común.

La versión de los muertos

Vàzquez invoca cual espectros a tres de los soldados muertos para que cuenten sus batallas y méritos. Al cuarto, no hay quien lo levante (es uno de los enigmas de la obra). Bernard (Ramon Canals) es un obrero patriota que se enfrenta a Tommy (Carles Pulido), un joven campesino, por el heroico reconocimiento: ambos se consideran dignos de la elección. Frente a ellos se sitúa Mack (Eduard Doncos), un desencantado químico que abomina de los fastos oficiales y esgrime el discurso antibelicista. «Les enviaron a morir, les jodieron la vida y ahora, ya difuntos, les homenajean», expone el dramaturgo, que ilustra la historia con detalles verídicos e incluye una mención a los voluntarios catalanes.

'Fang a les costelles' es el segundo de los dos proyectos que ha programado Veus Humanes con motivo del centenario de la primera guerra mundial. «Pretendemos -argumenta Vàzquez-, a parte de condenar la existencia de las guerras, reflexionar sobre la doble moral de los poderes político y militar, que mientras por un lado obligan e incitan a los ciudadanos a participar en conflictos, a menudo por intereses espurios, por otro rinden homenajes a los caídos que han sido sacrificados en nombre de un patriotismo discutible». El humor negro y la ironía barnizan los acontecimientos bélicos pero no impiden, agrega el autor, la «aparición de la emoción y de la crítica sociopolítica más seria».

Sorpresas

La puesta en escena prescinde de la música para darle el protagonismo al espacio sonoro. Hay otros personajes (como el general que debe elegir el cuerpo), pero el público no los ve. Y es que la platea entra en el mundo del más allá, como la familia de 'Los otros' o el inocente crío de 'El sexto sentido' que «en ocasiones veía muertos». En 'Fang a les costelles' también se ven. Y hay más sorpresas.

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