EN LA FUNDACIÓN MAPFRE

Deconstruyendo a Rodin

Una exposición ahonda en la creación de 'La puerta del infierno', la obra magna en la que el escultor invirtió 20 años

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zentauroepp40486466 barcelona 10 10 2017 icult inaguracion expo rodin foto 171010164448 / Carlos Valbuena

Natàlia Farré / Barcelona

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Una obra monumental y compleja. Una obra que son más de 200 obras. Una obra que marca un antes y un después en la escultura. Y una obra que permite  seguir toda la trayectoria del escultor que introdujo la modernidad en una disciplina condenada, hasta entonces, a repetir las formas clásicas del pasado. Todo eso es 'La puerta del infierno'. El gran trabajo que Auguste Rodin (1840-1917) abordó durante más de dos décadas. De hecho, un trabajo que nunca abandonó y al que volvió una y otra vez, y nunca dio por terminado. Y un trabajo del que salieron, entre otras,  dos de sus piezas más emblemáticas: 'El pensador' y 'El beso'.

De la pieza, con más de 200 figuras, salieron iconos como 'El beso' y 'El pensador' 

De todo ello habla 'El infierno según Rodin', la exposición que "da las claves para entender al artista", a juicio de su comisaria Catherine Chevillot, y que recorre la evolución de una de las piezas icónicas del arte, además de narrar la historia fascinante de su creación. Es en la Fundación Mapfre, hasta el 21 de enero, y reúne 150 obras entre dibujos y esculturas, la mayoría yesos, materia a veces poco valorada pero que para muchos es la más cercana al autor, pues conserva su esencia al haber sido modelada con sus manos. Al igual que los dibujos que para Rodin "no eran el paso previo para la escultura sino una manera de tomar notas", apunta la comisaria. De hecho, antes de empezar con 'La puerta de infierno' estuvo un año leyendo la 'Divina comedia' de Dante Alighieri al tiempo que dibujaba lo que se imaginaba.

Dante y Baudelaire

La obra del poeta florentino es capital para entender la pieza, pues en ella se inspiró Rodin, sobre todo en el poema del 'Infierno', hasta que la lectura de 'Las flores del mal' de Charles Baudelaire le fascinó de tal manera que cambió la estructura y la narración de 'La puerta'. "Llegó a la idea de que el infierno no estaba en el más allá sino en la vida contemporánea". Y como consecuencia "La estructura lógica de la obra se tambaleó y la pieza se volvió más confusa", apunta Chevillot. Las figuras dejaron de representar los tormentos de los condenados para reflejar las tentaciones que los habían causado; y del catálogo de castigos creado por Dante se pasó a un infierno íntimo. Un infierno que no tomó forma de bronce hasta después de la muerte del artista, cuando el Museo Rodin, custodio de su legado, fundió ocho originales (la ley otorga dicha cualidad a las 12 primeras fundiciones) a partir del yeso realizado por el artista.

Pero la historia empezó, mucho antes, el 16 de agosto de 1880, cuando Rodin, que solo contaba con su haber una obra con cierta popularidad, 'La edad de bronce', recibió del Estado francés el encargo de realizar unas puertas para el futuro museo de artes decorativas. Trabajó en ella 20 años antes de exponerla por primera y última vez, en la Exposición Universal de París de 1900. Durante este tiempo creó figuras, las transformó, las combinó, las fragmentó, las agrupó... Y algunas adquirieron vida propia.

Laboratorio de formas

De manera que el 'El pensador' empezó siendo una escultura de pequeño formato que representaba a Minos, el juez que destina a los condenados a uno de los círculos infernales según sus pecados; pasó a ser en una imagen de Dante meditando sobre su obra para transformarse en una metáfora del propio artista, y acabar tomando vida propia y medidas colosales, en 1905. Aún así la pieza corona el dintel de la puerta, cosa que no hace 'El beso', escultura que recrea el pasaje del poema de Dante en el que Francesca da Rimini relata su amor prohibido con Paolo Malestata. La escultura debía ocupar la parte inferior de la hoja izquierda pero desapareció de la obra cuando se independizó y creció en medidas. Era el contrapeso de otro grupo conocido, 'Ugolino y sus hijos', el que plasma el encierro y locura de Ugolino della Gherardesca por haber traicionado su ciudad, Pisa.

Todo ello aparece en la exposición, muestra que tiene como objetivo entender cómo trabajaba Rodin y evidenciar que 'La puerta del infierno' fue su laboratorio de formas.  La construyó, la expuso, y luego la deconstruyó al crear a partir de ella un montón de obras autónomas.