EXPOSICIÓN EN EL MNAC
Ramon Pichot, entre Rusiñol y Picasso
El pintor, personaje clave de la escena creativa de finales del XIX y principios del XX, es una de las figuras más olvidadas del arte catalán
Natàlia Farré
Periodista
Natàlia Farré / Barcelona
Fue un artista que estuvo en muchos de los momentos clave de la modernidad catalana e internacional: formó parte de la procesión que, en 1894, llevó a Sitges los dos cuadros de El Greco que compró Rusiñol; con el modernista se fue de viaje a Granada en 1898, y con Picasso expuso en 1912; en 1908 fue de los que participó en el homenaje a Rousseau que el malagueño organizó con Apollinaire en el Bateau Lavoir, y en 1905 expuso en el Salón de Otoño con los fauvistas. Todos hitos a recordar y todos hitos en los que participó. Aun así, el suyo es uno de los nombres menos conocidos del arte catalán de finales del XIX y principios del XX, y su obra, hasta ahora, no había podido verse nunca completa en un museo. Es Ramon Pichot (Barcelona, 1871-París, 1925) y la exposición que busca situarlo en el lugar que le corresponde se celebra, hasta el 21 de enero, en el MNAC bajo el nombre de 'Ramon Pichot. De Els Quatre Gats a la Maison Rose'’.
Participó en la procesión de los 'grecos' en Sitges, en el homenaje de Rousseau y en el salón de los fauvistas
El título no es gratuito, responde a dos cuestiones: la primera da idea del "trayecto vital del autor, que va de la Barcelona modernista a París, donde vivió y murió"; la segunda, "lo sitúa cronológicamente", aclara Isabel Fabregat, comisaria de la muestra. Algo, el marco temporal, que no es baladí, pues hay tres pintores en la familia Pichot: el de la exposición y dos sobrinos con los que comparte apellido. Circunstancia que lleva en muchas ocasiones a preguntar: "¿Qué Pichot?". O eso es lo que cuenta Fabregat que le pasaba a menudo cuando trabajaba sobre el personaje para su tesis. Del proyecto universitario, además de la tesis, ha salido esta exposición y un catálogo con casi 300 piezas del autor, muchas documentadas pero no localizadas. Y es que uno de los problemas de Pichot es que su obra no está en los museos sino en colecciones particulares y en comedores de muchas casas cuyos dueños desconocen lo que tienen.
La muestra despliega 40 piezas que abarcan toda la trayectoria del artista y todos los registros que tocó, el modernismo, el simbolismo, el arte más decorativo..., y todas las influencias que recibió: de la Colla del Safrà a El Greco y la España negra de Darío de Regoyos. Fue un personaje puente entre dos generaciones, lo mismo se relacionaba con los jóvenes: Mir, Nonell y Picasso, como con los de la generación anterior, Casas y Rusiñol. Tenía talento, sobre todo "para el dibujo y el color", apunta Fabregat, y toco varios géneros: pintura, grabado, ilustración, pero no triunfó y lo suyo le costó vivir de la pintura. Pero la exposición es, además de un trayecto artístico, un trayecto vital. No en vano, Pichot está tan relacionado con Rusiñol como con Dalí y Picasso. Con el primero compartieron viajes y obras (Pichot ilustró el libro 'Fulls de la vida' de Rusiñol). Y con el segundo compartían amistad las familias, pues los Pichot veraneaban en Cadaqués y a su casa mandaron al joven surrealista cuando contaba con 12 años para que se recuperara de una enfermedad, y allí descubrió, a partir de los cuadros de Pichot, el impresionismo y el postimpresionismo.
Germaine y el suicidio de Casagemas
La relación con Picasso fue más estrecha y directa. Fueron amigos, tanto como para decorar juntos un local parisino que frecuentaban, Le Zut, y tanto como para que el malagueño ayudara a Germaine, la viuda de Pichot, cuando al final de su vida tuvo serios problemas económicos. Y eso que la historia entre ellos no fue fácil. Carles Casagemas, el otro gran amigo de Picasso, se suicidó en 1901 obsesionado por Germaine y a ella culpó durante décadas el malagueño de su muerte. Eso fue siete años antes de que se casara con Pichot. Y a los tres dedicó Picasso una de sus piezas: 'Las tres bailarinas', pintada en 1925 tras el fallecimiento del protagonista de la exposición. En ella aparecen Casagemas, Germaine y Pichot. El autor del 'Guernica' siempre dijo que debería haberla titulado 'La muerte de Pichot'.
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