EXPOSICIÓN HASTA EL 6 DE NOVIEMBRE
Halsman, el fotógrafo que hizo saltar a Marilyn... y a tantos otros famosos
CaixaForum reúne en '¡Sorpréndeme!' la mayor retrospectiva del artista que legó icónicas imágenes de Einstein, Hitchcock o Dalí
Anna Abella
Periodista cultural
En esta casa desde 1990. Periodista cultural. Buceando en el mundo de los libros desde 2005.
ANNA ABELLA / BARCELONA
Marilyn Monroe saltó más de 200 veces durante tres horas hasta que logró "el salto perfecto" que ilustraría en 1959 la portada de la revista 'Life'. Quien la convenció para participar en aquella sesión, en un experimento de su invención que bautizó como ‘jumpology’, fue el fotógrafo Philippe Halsman (Riga, Letonia, 1906 - Nueva York, Estados Unidos, 1979), quien con aquellos retratos psicológicos buscaba naturalidad y autenticidad haciendo saltar a sus modelos para captar su verdadera personalidad y desinhibirles para que se les cayera “la máscara”. Lo había intentado 5 años antes. La actriz hizo un primer salto y ante la foto Halsman le dijo: "¡"Pero si pareces una niña pequeñita!". "No, no, no, no quiero participar", reculó el mito, temerosa quizá de mostrar demasiado de sí misma. CaixaForum expone hasta el 6 de noviembre la más completa retrospectiva del célebre artista, que además del récord de 101 portadas para 'Life' legó para el imaginario popular un sinfín de instantáneas icónicas de figuras como Hitchcock, Audrey Hepburn, Einstein y, sobre todo, Dalí, con quien mantuvo una empatía intelectual de la que se nutrieron mutuamente.
'¡Sorpréndeme!' es el título de la muestra, inspirado en la respuesta que Serguéi Diáguilev, fundador de los Ballets Rusos, dio al cineasta Jean Cocteau cuando este le preguntó qué debía hacer para trabajar con él. Halsman basó en esa anécdota sus 40 años de carrera, que la exposición antológica sigue a través de más de 300 obras: los retratos más célebres, imágenes desconocidas y material inédito, como hojas de contacto, pruebas de impresión, maquetas y fotomontajes originales, reunido gracias a la familia del fotógrafo. No han faltado en la presentación, este jueves, el nieto del artista, Oliver, luciendo en homenaje un auténtico bigote daliniano, y su hija Irene Halsman, "orgullosa" de la obra del padre y a la que se ve en 1955 junto a su hermana Jane y el fotógrafo Chim (David Seymour) saltando juntos en una de las instantáneas 'jumpológicas'.
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A su alrededor gran número de famosos que también ‘saltaron’ para Halsman, pertrechado con una Rolleiflex y un flash electrónico: Gina Lollobrigida, Brigitte Bardot, Anthony Perkins, Grace Kelly, Richard Nixon, Jacques Tati o el duque y la duquesa de Windsor, "siempre tan formales y que acaban relajados y sin zapatos", apuntan Sam Stourdzé y Anne Lacoste, comisarios de la exposición, organizada en colaboración con el Museé de l’Elysée de Lausana y que viajará luego a CaixaForum Madrid.
La muestra, que según su hija permite además "ver cómo realizaba su trabajo", empieza con su época menos conocida: sus inicios parisinos en los años 30, donde llegó tras "el trágico episodio que le marcó en 1928, cuando en un accidente en el Tirol su padre murió y le acusaron a él condenándole a dos años de prisión", apunta Elisa Duran, directora de la Fundació La Caixa. Su hermana, que vivía en París logró el apoyo de Einstein, Freud o Thomas Mann para defender su inocencia y evitar la cárcel logrando asilo político en Francia. Allí se enamoró de su capital, de sus noches y sus cafés y su vanguardia, codeándose y retratando a André Gide, quien le apoyó e influenció, a Chagall, Malraux, Paul Valéry o Le Corbusier. Autodidacta, Halsman se prodigó en 'Vogue', 'Harper's Bazaar' 'Vu' o 'Le Monde Illustré' y empezó a investigar efectos artísticos bebiendo del surrealismo. Sus fotos, no solo retratos sino también de vagabundos, desnudos femeninos o animales del zoo, se expusieron en la famosa galería La Pléiade.
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Amante de las sesiones cortas en entornos íntimos para que sus modelos se sintieran cómodos, ya en Nueva York, donde huyó de la llegada de los nazis en los 40 y empecó de cero, pronto se ganó una reputación que le valió encargos para retratar a famosos para 'Life' o 'The Saturday Evening Post'. Hollywood posó para él: Bogart, Lauren Bacall, Sinatra, Ingrid Bergman, Bette Davis, Shirley Temple, Groucho Marx... Y en Europa su objetivo captaría a Churchill (en una de sus imágenes no se le ve la cara, simplemente está sentado de espaldas ante un prado), Matisse, Sartre, Picasso...
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Destaca en la muestra el apartado dedicado a Marilyn, con la que colaboró una década, desde 1949, cuando solo era una más entre ocho 'starlets' aspirantes a actriz, objeto de un reportaje para 'Life'. Aquella Marilyn, que se reveló "la más fotogénica y con más futuro", posaba con" cara de terror, escenificando un beso o con su bebida favorita". Otra serie de 1952, una secuencia de 7 fotos, enseña a la actriz en una entrevista de trabajo; impagables los comentarios escritos de Halsman en cada imagen: "abordaje, posición de batalla, ataque, asalto final, victoria".
{"zeta-legacy-image-left":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/3\/7\/1468506331073.jpg","author":"FERRAN SENDRA","footer":"El nieto y la hija de\u00a0Halsman, ante el retrato de Dal\u00ed.\u00a0"}}'Dalí prenatal', desnudo y en posición fetal dentro de un huevo; los bigotes de Dalí en la 'Mona Lisa' o un perfume de Chanel; o en la serie 'Dalí Atomicus', lanzando gatos y agua al aire en una escena que repitieron 26 veces, montada posteriormente y con el propio Dalí pintando un cuadro en el contacto de la foto: Es el otro gran apartado de la exposición, el de una colaboración que se prolongó más de 30 años (de 1941 a 1978). Ambos compartían infancia y educación en Europa, la atracción por el arte y elegancia de París y el psicoanálisis, la sed lectora, la huida en 1940 a Estados Unidos y la ironía mordaz. El libro ‘Dali’s Mustache’ es ejemplo de cómo gracias al icónico bigote del pintor, para quien simbolizaba el poder de su imaginación, el fotógrafo cumplió en su “ambicioso sueño” de crear una obra “extraordinariamente excéntrica”. La hija de Halsman recuerda que los veía a los dos en el estudio de su padre. "Eran amigos y compartían ideas geniales y colaboraban. Eran pintor y fotógrafo. Entre ellos no había competencia ni celos".
Miembro de la agencia Magnum desde 1951, Halsman, afirman los comisarios,siempre reivindicó "el potencial creativo por explorar que poseía la fotografía para narrar historias" y nunca dejó de experimentar con las puestas en escena y 'performances'. Aspiró a hacer fotografías “sorprendentes, originales y mágicas”, con las que dio rienda suelta a su imaginación y defendió su profesión ante la amenaza que representó, por ejemplo en los 50, la llegada de la televisión, creando sus propias imágenes en movimiento.
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