Eugeni Xammar, azote de 'ximples'

Una exposición reivindica la truncada carrera periodística del corresponsal que criticó a nazis, soviéticos, anarquistas y franquistas

El periodista, saliendoor la puerta de lacancillería de Berlín.

El periodista, saliendoor la puerta de lacancillería de Berlín.

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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El año 2013 fue el del faraónico Any Espriu pero también el del modesto Any Xammar, una iniciativa del Ayuntamiento de L'Ametlla del Vallès, comisariada por el editor y biógrafo del periodista Eugeni Xammar (1888-1973), Quim Torra. Un capítulo más en la reivindicación de la brillante tradición periodística truncada por la guerra civil, que hizo que uno de los más lúcidos corresponsales internacionales de esa generación tuviera que dedicar el resto de su vida a labores de traducción para organismos internacionales (y a comer, beber y fumar espléndidamente también, para qué negarlo).

Xammar, primero colega y después debelador de su álter ego Josep Pla, alertó tan pronto como en 1923 de los propósitos genocidas de Hitler en una entrevista de cuestionada autenticidad pero sorprendente clarividencia, Hitler o la ximpleria desencadenada. Ese episodio y otros nueve más, en los que Xammar se encara a otros ximples como los matones de la FAI, la Rusia soviética o los catalanes de Destino, construyen la exposición que remata el Any Xammar, que ayer abrió sus puertas al público en el Palau Robert, acompañada del documental La ploma silenciada que acompaña la muestra comisariada por el periodista Joan Safont.

Eugeni Xammar. El periodista que ens va explicar el món destaca la faceta de rodamón de Xammar, convertido ya en políglota tras rodar por Argentina, Francia e Inglaterra para huir del servicio militar (parece que se gastó las 2.000 pesetas que debían servir para librarlo de la guerra de África). Cuando estalla la primera guerra mundial se convierte en corresponsal de El Dïa Gráfico para pasar rápidamente, al entrar en conflicto con la línea germanófila de este rotativo, a cabeceras aliadófilas y catalanistas como La Publicidad, Iberia y El Poble Català.

Ya desde el principio, destaca Joan Safont, el de Xammar es un «periodismo de ideas, que no solo está en el lugar y el momento oportunos sino que se explica muy bien, con un lenguaje rico y con un análisis profundo de la realidad».

Diez momentos, diez artículos

Los diez episodios xammarianos seleccionados por Safont arrancan con dos crónicas de la primera guerra mundial, de 1916 y 1918. Instalado en Alemania, en 1923, él y Pla publican una entrevista compartida con Hitler, «un ximple carregat d'empenta, un ximple sense mesura ni aturador. Un ximple monumental, magnífic i destinat a fer una carrera brillantíssima» que perora sobre la «gran solució» que permita «eliminar els jueus». «Se ha dudado de que realmente la entrevista se produjera, porque ni Pla ni Xammar volvieron a explicar nunca que conocieron a Hitler, y eso es extraño. Y si es falsa, se ha de reconocer a Xammar que profetiza la solución final». Aunque, eso sí, frivoliza llevado por la incredulidad ante las barbaridades de su interlocutor.

La exposición sigue con la polémica Xammar-Pla sobre el periodismo catalán con la serie Periodisme? Permetin!, los viajes a una Checoslovaquia elogiada desde el catalanismo y a una URSS que convierte a Xammar en convencido anticomunista, el entusiasmo por la llegada de la República, el relato del triunfo del nazismo, las polémicas con los anarquistas desde El Be Negre, el exilio y sus contadas intervenciones públicas, como una implacable crítica a los catalanes de Destino, desde «José Pla» a la «rata de cloaca» de Sentís, a los que considera peores que el colaboracionista francés Robert Brasillach y merecedores de la misma pena (la ejecución), reos de «la traició, la submissió total i venal a l'enemic, de l'execució de les ordres de l'ocupant».

Recuperar una tradición

El recientemente fallecido editor Jaume Vallcorba fue un pionero en la recuperación de la figura de Xammar con la publicación en Quaderns Crema de la antología Periodisme (1989), las memorias Seixanta anys d'anar pel món (1991) y las crónicas sobre el ascenso nazi de L'ou de la serp (1998). «Pero es el momento de darle el impulso que ya tocaba a la figura de Xammar, que no salga ningún licenciado de las facultades de periodismo sin haber leído a fondo la tradición periodística catalana y de intentar integrar en el canon periodístico al menos a los tres grandes nombres, Pla, Gaziel y Xammar», sostiene Quim Torra. Y si es posible, claro, al cuarto en discordia, Sagarra, y a Just Cabot, Josep Maria Planes, Irene Polo, Francesc Madrid... Torra lamenta que la reivindicación de estos nombres esté más clara, en el ámbito académico, desde los estudios literarios que desde los periodísticos. «Se ha interrumpido la conciencia de que formamos parte de esta tradición», lamenta Safont.

El editor de Gaziel en Proa Josep Lluch, reconoce esta influencia en la literatura catalana actual. «Los escritores de 40 a 50 años se han maravillado por el descubrimiento de este modelo de prosa. Hoy funcionan mejor, por ejemplo, Gaziel o Pla, fogueados en la breve pero intensa etapa de normalidad del catalán en los medios de comunicación de los años 30, que autores de los años 70 y 80 como, por ejemplo, Pedrolo».