Alicia, más allá de Carroll

James Bobin dirige ' Alicia a través del espejo', menos inspirada en el original literario que en títulos como 'Regreso al futuro II' o 'Las aventuras del Barón Munchausen'

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NANDO SALVÀ

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A menos que hable sobre el hundimiento histórico del mayor barco de pasajeros del mundo, toda película que recauda mil millones de dólares tiene continuación. Por eso, que 'Alicia a través del espejo' se hizo inevitable cuando su predecesora, 'Alicia en el país de las maravillas' (2010), reventó la taquilla pese a ser vapuleada por la crítica. De hecho, lo único sorprendente acerca de la película que ahora llega a los cines es que haya tardado tanto en hacerlo. Tal vez sus responsables decidieron darnos tiempo a que nos olvidáramos de lo mala que era la primera.

Tim Burton, director de aquella, se ha limitado esta vez a ejercer de productor mientras la tarea tras la cámara corría a cargo de James Bobin, que a través de su trabajo previo en la saga 'The Muppets' y la teleserie 'Los Conchords' ha demostrado su singular capacidad para generar  comicidad. Tanto a nivel visual como actoral, eso sí, Bobin se ajusta al patrón tejido por Burton. Por lo demás 'Alicia a través del espejo' se inspira menos en el libro de Lewis Carroll del que toma su nombre que, por ejemplo, en títulos como 'Regreso al futuro II' (1989) o 'Las aventuras del Baron Munchausen' (1988).

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Aquel texto original es esencialmente la alegoría de una partida de ajedrez y un puñado de grotescos episodios de la vida del autor, arbitrarios e inconexos, y por tanto no necesariamente la materia prima idónea para un 'blockbuster' diseñado para vender palomitas en Estados Unidos, aquí y en China; asimismo, la película de 2010 ya incorporaba numerosos elementos del segundo libro del díptico.

Si en ella el gran enemigo de Alicia (Mia Wasikowska era una sociedad que intentaba coartar sus instintos feministas y su entusiasmo infantil, aquí la némesis es el tiempo. Tiempo entendido no solo como un concepto que acecha permanentemente nuestras vidas, sino también como un personaje con cara y ojos llamado así, Tiempo, que controla un enorme reloj en el cielo del Submundo y lleva la cuenta de la gente que muere -dándole vida, Sacha Baron Cohen luce un aspecto propio del quinto miembro de Loco Mia-. La sombra de la muerte, de hecho, es lo que empuja a la joven, y al Sombrerero (Johnny Depp) y la Reina Roja (Helena Bonham-Carter), entre otros, a viajar en el tiempo con el fin de resolver viejos traumas. Paternos en el caso del Sombrerero, fraternos en el de la Reina Roja. 

Puede que ese viaje a través de las décadas se vehicule a través de una narración algo confusa, pero aun así nos permitirá averiguar cómo fue la infancia del Sombrerero, y qué acto de traición de la Reina Blanca (Anne Hathaway) condenó a la Reina Roja a tener una cabeza gigante. Alicia a través del espejo, pues, poco a poco se revela como una historia de orígenes.

CONVICENTE WASIKOWSKA

En el proceso, cómo Alicia se enfrenta a la amenaza de perder su independencia y se rebela contra aquellos que imponen roles y etiquetas sobre ella, como el doctor que le diagnostica histeria femenina, vuelve a ser asunto recurrente. Y Wasikowska vuelve a convencer en la piel de la muchacha a pesar de tener 26 años cuando, en la novela, su personaje tiene solo 10 -¿qué pensaría de ese detalle Carroll, del que se dice que sentía fijación malsana por las niñas?-.

Sin embargo, la película parece ocuparse menos de ella que de otorgar más relevancia al Sombrerero a pesar de que, sobre todo para los detractores de la película de Burton -pero no solo para ellos- es un personaje profundamente irritante. Si entonces parecía que el Arco Iris le hubiera eructado en la cara, ahora su rostro multicolor se ve apagado. Está triste. Eso, en todo caso, no impide que Depp despliegue todo su potencial histriónico.

Con ello queda demostrado, decimos, hasta qué punto ni esta película ni su predecesora tratan de honrar el universo de Carroll como sí lo hicieron tanto la versión animada que Disney produjo en 1951 como 'Alice' (1988), la surrealista adaptación 'stop-motion' a cargo del checo Jan Svankmajer. Y eso, en todo caso, no les impide ser nuevo testimonio del papel esencial que Alicia ha ido adquiriendo en la cultura popular gracias a su influencia en manifestaciones artísticas tan variadas como 'Matrix' (1999) -y sus imitaciones-, el rock psicodélico de los 60 o, por supuesto, toda la literatura infantil posterior a Carroll.