Esther Ferrer, pionera de la 'performance'

La artista recibe el Premio Velázquez de Artes Plásticas

Uno de los muchos autorretratos de Esther Ferrer.

Uno de los muchos autorretratos de Esther Ferrer.

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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«Un minimalismo muy particular basando en el rigor del absurdo». Así definió su trabajo artístico Esther Ferrer (San Sebastián, 1937), que a lo largo de cinco décadas de carrera ha explorado los campos de la performance, la instalación y la poesía visual y que ha sido distinguida con el Premio Velázquez, un galardón creado con la ambición de emular al Premio Cervantes en el campo de las artes plásticas y dotado con 100.000 euros.

En declaraciones a a la agencia Efe, Ferrer dice haber recibido la noticia con «problemas y angustia», igual que ha sucedido con cualquiera de los premios que la han distinguido. La artista ha manifestado la aceptación del premio al secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, quien la llamó para comunicarle el veredicto a su domicilio en París, donde reside desde hace 20 años. «Al principio siempre lo paso mal, aunque luego lo digiero y lo relativizo. Siempre he aspirado a pasar lo más desapercibida posible, que ni me miren ni me vean. Nunca he hecho nada por reconocimiento o por hacer algo, ni he pedido una ayuda. Quiero estar lo más lejos posible de todo lo oficial», subrayó ayer Ferrer, que representó a España en la Bienal de Venecia de 1999 y recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas en el 2008.

Lo de pasar lo más desapercibida posible quizá pueda relativizarse, visto el aplomo con que Ferrer es capaz, por ejemplo, de plantarse desnuda delante del público, salvo un calcetín en una pierna y un casco militar en la cabeza. «Pasar por idiota en una sociedad en la que es imprescindible ser eficiente, inteligente, bello, tener los dientes perfectos y del mismo color, no está nada mal», explica en uno de los varios textos y entrevistas en que ha teorizado sobre la performance, una práctica artística de la que fue pionera en España. «Es maravillosa, es la más libre y democrática de las artes, no necesitas ninguna disciplina, no necesitas nada, tú solo tienes necesidad más que de tí mismo, todo sale de ti», opina Ferrer de este «arte sin domicilio fijo que se puede instalar en cualquier lugar».

Ferrer ha practicado la performance individualmente o, entre 1967 y 1996, formando parte del colectivo ZAJ, grupo musical de vanguardia creado en 1962 por los músicos Ramón Barce, Juan Hidalgo y Walter Marchetti. El trabajo del grupo fue objeto de una retrospectiva en el Reina Sofía en 1996, fecha de su disolución. En sus últimas exposiciones individuales, Ferrer no ha utilizado como instrumento el cuerpo sino que ha explorado la poesía visual con objetos como los marcos, que a su vez encuadran otros marcos o imágenes potentes como alambres de espino, monedas o pistolas de agua con remate fálico, o a través de autorretratos alterados irónicamente.

El jurado ha fundamentado el premio a a Ferrer en la «coherencia y el rigor de su trabajo durante cinco décadas, en las que destaca como una artista interdisciplinar, centrada en la performance y conocida por sus propuestas conceptuales y radicales». «Pionera del arte de acción en España, su obra ha sido objeto de un reconocimiento internacional destacado en Europa, Latinoamérica y Estados Unidos. Tanto su trayectoria como su actividad reciente revelan a una artista comprometida (...) Esther Ferrer ha sido siempre una defensora del arte como único espacio de libertad», añade el acta del jurado.