Ya están aquí los rockeros muertos

Meg Ryan y Val Kilmer en 'The Doors', el tributo de Oliver Stone a Jim Morrison.

Meg Ryan y Val Kilmer en 'The Doors', el tributo de Oliver Stone a Jim Morrison.

RAMÓN DE ESPAÑA

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Las vidas no siempre ejemplares de los músicos pop suelen dejar un mal sabor de boca a sus seguidores cuando son llevadas a la pantalla, probablemente porque impera en tales adaptaciones una trascendencia, a menudo impostada, que bordea el ridículo o incurre directamente en él, como se pudo comprobar en The Doors, el penoso homenaje de Oliver Stone al pobre Jim Morrison. Personalmente, las más disfrutables siempre me han parecido las que se movían en el terreno de la tragicomedia, sobre todo si el protagonista era un héroe menor del rock and roll. Pienso en Sid & Nancy (1986), de Alex Cox, con un Gary Oldman portentoso en el papel de Sid Vicious, o en Telstar (2008), de Nick Moran, dedicada al productor y compositor británico Joe Meek, un tipo de traca: fabricante de éxitos, experimentador chirriante de las posibilidades de la electrónica a principios de los 60, homosexual de urinario, adicto a las pastillas y empeñado en convertir al pusilánime de su novio, el cantante Heinz, en el nuevo Elvis, se acabó volando la cabeza tras eliminar a su casera porque tenía bloqueados los royaltis de Telstar -su único gran triunfo a nivel mundial: un instrumental retrofuturista a cargo de The Tornadoes- por una acusación de plagio… A los tres días de su fallecimiento, la justicia le dio la razón y le cayeron cinco millones de euros a su destartalado cadáver.

TIPOS  ATRABILIARIOS / Lamentablemente, el tono de Telstar no es el habitual en los biopics musicales, aunque también es verdad que a los tipos como Meek les rompen el molde tras nacer. Los productores suelen inclinarse, eso sí, por sujetos atrabiliarios que den de sí en la pantalla. En tipos como James Brown, cuya biografía, Get on up, se estrenó en Estados Unidos el pasado 1 de agosto, o Jimi Hendrix, del que se podrá ver en primicia este septiembre en el festival de Toronto la película All is by my side.

 

La primera ha cosechado buenas críticas y una taquilla muy decente, y entre sus productores figura Mick Jagger, quien no solo conoció al papá de Sex Machine, si no que hasta llegó a compartir escenario con él en la televisión norteamericana. Sin necesidad de estar tan loco como Joe Meek, James Brown también se distinguió por una actitud errática y un gran amor a las drogas; su favorita, el PCP, tras cuya ingesta solía emprenderla a sopapos con la novia de turno (a excepción de Dan Aykroyd en el papel de su mánager, el reparto se compone de desconocidos para el público español).

En cuanto a All is by my side, de John Ridley, cabe decir que se centra en los años 1966 y 1967, antes de la publicación del disco que haría famoso a Hendrix,  Are you experienced?, y que el protagonista es André 3000, de Outkast, el grupo que nos alegró la vida a muchos hace algunos veranos con su Hey, ya.

DE BROADWAY / A efectos domésticos, el primer biopic que llegará a nuestras pantallas será, el 5 de septiembre, Jersey boys, adaptación del musical de Broadway a cargo de Clint Eastwood. El musical lleva recaudados más de 380 millones de euros, pero no es seguro que mueva a las masas en nuestro país, donde nadie se acuerda de Frankie Valli y su grupo, The Four Seasons, a quienes se rinde homenaje audiovisual. Aunque fue tremendamente famoso en el mercado anglosajón desde los 60, Frankie Valli (nacido Francesco Castelluccio) nunca fue una celebridad en España, y es poco probable que lo sea ahora, a sus 80 añitos recién cumplidos. Ah, y la crítica americana ha dicho que, tal vez, la austera dirección de Eastwood -quien reconoce sin rubor no haber escuchado a los Four Seasons en su vida- no era lo que necesitaban Frankie y sus colegas Tommy de Vito, Nick Massi y Bob Gaudio.

DOCUMENTALES HONESTOS / Puede que el documental resulte más adecuado a la hora de explicar la vida de todos estos santos laicos. Recordemos el éxito de Searching for Sugar Man. El mundo del pop está trufado de personajes especiales, tal vez no muy famosos, que merecen, si no una superproducción de ficción, sí un honesto documental. Eso parece haber pensado Mike Myers, el inolvidable Austin Powers, al rodar Supermensch: The legend of Shep Gordon. Fuera de la industria musical, nadie sabía hasta ahora quien era el tal Shep Gordon. Según Meyers, un crack merecedor de una sentida biografía: mánager de Groucho Marx y Alice Cooper (suya fue la idea de las bragas de papel en el vinilo de School's out), amigo de Michael Douglas y Sylvester Stallone, cantamañanas extraordinario de una gran sinceridad -véase su foto luciendo una camiseta que pone No head, no backstage pass (si no hay mamada, no hay pase de escenario), y budista tardío refugiado en Maui (Hawái). Vamos, que el tío promete: confiemos en que Supermensch: The legend of Shep Gordon se cuele en la próxima edición del festival barcelonés In-Edit.