REVISIÓN HISTÓRICA

La Renaixença españolista

Un monumental estudio de Joan-Lluís Marfany postula que hasta 1859 la burguesía catalana solo optó por construir el nacionalismo español

Los voluntarios catalanes de Prim, en la batalla de Tetuán, pintados por Fortuny.

Los voluntarios catalanes de Prim, en la batalla de Tetuán, pintados por Fortuny. / periodico

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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En 1859, Manuel Milà i Fontanals pronunciaba el discurso presidencial que inauguraba los recuperados Jocs Florals, un acto que tradicionalmente se ha visto como la consagración del movimiento de recuperación de la lengua y la cultura catalanas conocido como la Renaixença. Para Joan-Lluís Marfany, profesor hasta su jubilación de la Universidad de Liverpool, nadie puede leer esas líneas objetivamente ("li donam aquí a aquesta llengua una festa, li dedicam un filial record, li guardam almenys un refugi" / "no pot estimar sa nació qui no estima sa província") y creer que el proyecto de ese prohombre era otro que el de "embalsamar" el catalán. "Todo lo que se ha explicado tradicionalment de la Renaixença se  basa en una falacia monumental", plantea Marfany en su libro 'Nacionalisme espanyol i catalanitat. Cap a una revisió de la Renaixença' (Edicions 62) en que postula que al menos hasta 1859 la burguesía catalana no tuvo otro proyecto que construir el moderno nacionalismo español, reducir el catalán a una anécdota pintoresca y el 'apego a lo local', a un sentimiento jerárquicamente inferior.

RÉPLICA A LA VISIÓN ESTABLECIDA

Marfany, historiador de la lengua y la cultura catalanas de raíz marxista, se lanzó a esta empresa como réplica al discurso dominante de la historiografía catalana. "Te están explicando, y cada vez más, que el catalanismo es un movimiento gradual pero constante e ininterrumpido de recuperación nacional que va del provincialismo al regionalismo, hasta la asunción de la plena conciencia nacional. Llega un momento en que no puedes permitir aceptar esto sin protestar", plantea Marfany.

CATALÁN, CASTELLANO Y EL CULO DEL CABALLO

Para empezar, la imagen de una historia nacional catalana, sostiene Marfany, se ha basado en una mirada selectiva. "Todo el mundo tiene claro que en la primera mitad del siglo XIX la mayor parte de las cosas que se publican en Catalunya se escriben en castellano. Pero todo este material se arrincona como si no existiese y solo se considera lo que se ha escrito en catalán. Para señores como Aribau y Milà i Fontanals, la literatura seria e importante era la que hacía en castellano. Es como si analizases el cuadro de la rendición de Breda y te fijases solo en el culo de un caballo. Y te recreases en exclamar: ¡pero qué culo!".

PIONEROS DEL NACIONALISMO ESPAÑOL

Los catalanes son, dice Marfany, pioneros del nacionalismo español. No como unos más dentro del furor de la nación en armas durante la guerra de la independencia. Durante la primera mitad del siglo, esta es la apuesta de la burguesía industrial catalana (y la vasca), y de toda la clase intelectual local convertida en plublicista a su servicio. "La burguesía tiene interés en la creación de un mercado español. En que España se convierta en una economía moderna. España, desde Madrid, es una obviedad, el tránsito de la España del Antiguo Régimen, como lo territorios de la Corona, a la idea de nación y nación Estado -argumenta- se hace sobre todo periféricamente".

LA LENGUA, EN "UN RINCÓN DEL CORAZÓN"

"La contradicción fundamental es que resulta que esa supuesta Renaixença de Catalunya coincide con el momento máximo de nacionalismo español de los catalanes. No son los de la Renaixença por un lado y los nacionalistas españoles por el otro lado. Son los mismos. Es Milà i Fontanals quien plantea la historia de la literatura española con un punto de vista nacional y tiene como discípulo a Menéndez Pelayo. Como se puede leer en el discurso presidencial de Milà i Fontanals, habla de guardarle al catalán un rincón en el corazón: esto no es hacer renacer una lengua".

¿Y LA RENAIXENÇA REAL?

"Pero es un hecho innegable que hay una recuperación de la lengua catalana", reconoce por supuesto Marfany. Una 'renaixença' sin las mayúsculas. Pero no son los supuestos padres fundador del catalanismo conservador los responsables. ¿Entonces?

El juego cambia cuando "de un estadio inicial en que se tiene la idea de que somos españoles y eso significa restringir la lengua propia al nivel de lengua hablada diaria, de 'patois', se pasa a rechazar la diglosia". ¿En qué momento sucede, por parte de quién, con qué intereses?, se pregunta Marfany. Esa parte, dice, la deberá estudiar otro, aunque tiene "ciertas sospechas".

"Básicamente eso lo tenemos que buscar a partir del sexenio democrático (1868-1874). Y lo que es determinante son los intereses muy concretos de un sector intelectual emergente que se empieza a sentir perjudicado por la inclusión en el moderno Estado nación español. Gente que se encuentra sin el apoyo del Estado para situarse en el escenario intelectual, con una sensación de inferioridad para acceder a posiciones, perjudicados por la importancia que se da a la expresión oral en el sistema de oposiciones, en el que tener acento catalán resulta terrible".

¿Y la burguesía industrial, y las tensiones entre librecambismo y proteccionismo? Si, sienten traicionado su proyecto. "Pero cuando empieza a surgir un nacionalismo catalán la burguesía industral se sube al carro de forma tardía y con reservas. Cuando empiezan a colaborar con los nacionalistas es con la condición de que se llamen regionalistas. Las reticencias al proyecto nacionalista también llegan desde el otro extremo de los intereses industriales, la clase obrera. La punta de lanza son, en cambio, los intelectuales y las profesiones liberales".