ENCUESTA ENTRE LOS SOCIOS DE LA AELC

Escritores en precario

Los autores en lengua catalana han perdido el 31% de sus ingresos en los últimos años

Estantes en la Casa del Libro.

Estantes en la Casa del Libro.

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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La Associació d'Escriptors en Llengua Catalana (AELC) hizo una amplia encuesta entre sus socios para averiguar el estado de la profesión en el año 2007. Al cabo de siete años, y con una crisis económica general y otra específica del sector editorial por en medio, la ha repetido; y el resultado demuestra la precarización del colectivo de 1.380 asociados, que declara estar ganando un 31,5% menos de media por el conjunto de su trabajo literario y paraliterario (clases de escritura, colaboraciones en prensa, tertulias, conferencias, traducciones...)

En la presentación del estudio, ayer en el Col.legi de Periodistes, el presidente de la AELC, Guillem-Jordi Graells, reconoció que, aunque precarizado, se sigue manteniendo un núcleo duro de escritores profesionales en catalán equiparable al de otras literaturas europeas de talla similar, en torno a un centenar, ese 14% que cobra más de 10.000 euros al año por la escritura, o ese 8% que recibe por esta actividad más del 50% de sus ingresos, «pero ha bajado en picado el número de los que tenían unos ingresos medios, y ha crecido el de los que tienen unos ingresos testimoniales». Por ejemplo, los que reciben de la literatura y trabajos paraliterarios entre 5.000 y 10.000 euros al año han pasado de ser el 32% del colectivo a solo el 6%, pasando a los escalones inferiores de ingresos, de 1.000 a 5.000 euros. Es cierto que, entre los socios de la AELC, quizá la mitad de los escritores censados por la Institució de les Lletres Catalanes, abundan los jubilados, más de un tercio ya, y los escritores puramente vocacionales. Eso sesga los resultados de la encuesta, pero no parece que los escritores jóvenes no asociados les vaya mejor que a los veteranos ya establecidos).

Los traductores

Un caso particular es el de los traductores literarios, con una lista de reivindicaciones propia. En el caso de la lengua catalana, apuntó la escritora y traductora Bel Olid, se da con una frecuencia mayor la dedicación combinada a la traducción y la escritura creativa. Un 40% de los encuestados dice tener alguna actividad de este tipo, pero solo es mayoritaria en el 20% de este subgrupo. Entre los agravios, que solo el 16% de los contratos establezcan el cobro del porcentaje de derechos de autor  que corresponde legalmente mientras que se opta por cálculos por carácter que resultan perjudiciales para el traductor, o que raramente el nombre del traductor aparezca en la portada (y en el 22% de los casos, que ni siquiera se recoja). Olid señaló otra práctica fraudulenta: que haya editoriales que firmen un contrato de traducción para mostrar a las entidades que la subvencionan y exigen unas condiciones mínimas para el profesional, y otro real con el traductor por el que llegaría a cobrar hasta una tercera parte de la cantidad que consta en el anterior.

Además de la reducción del importe de los anticipos, Guillem-Jordi Graells apuntó otra tendencia inquietante: que el editor los calcule para el conjunto de la obra publicada de un autor y que, si no recupera el anticipo con un libro, considere que el escritor ha contraído una deuda que se le deducirá del siguiente contrato.