Escarba, que lloren, no pares

Ferran Monegal

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Lo importante es hacer llorar. Ir escarbando en las criaturas que han seleccionado, hasta que rompan a llorar desconsoladamente, y se quiebren ante la cámara. La coartada es que luego les dan una alegría -o no- y naturalmente vuelven a llorar. Este es el planteamiento del regreso a la tele de la tristemente famosa Patricia Gaztañaga, después de que abandonase por la puerta de atrás aquel infame El diario de Patricia, en donde perpetró alguna denunciable salvajada que el propio gremio televisivo, en su ombliguista gremialismo, se encargó de tapar y silenciar. Ahora, después de algunos fracasos como No es programa para viejos o El marco, ha regresado con Cuestión de tiempo (TVE-1). Practica una técnica muy sobada. En Hay una carta para ti, o en Hay una cosa que te quiero decir, mandaban una carta. Aquí manda una caja con apertura programada, en la que un amigo o familiar introduce un mensaje, una foto, un detalle..., que recibe un destinatario o destinataria. Pero lo importante es el trabajo previo de Patricia Gaztañaga, sentándose con una de las partes y extirpándole los recuerdos y las vivencias más dolorosas y amargas. Y efectivamente consigue que la cámara capte bien los primeros planos de angustiosos llantos. Lo llaman talk show emocional. Llámenlo como quieran. Escúdense en el nomenclator anglosajón que más les plazca. La realidad es que aquí lo que se hace es escarbar, arañar, hurgar, para transformar en show las desgracias íntimas y personales. Este programa no es para una televisión pública. Tampoco para una privada. Pero quién sabe, quizá en Tele 5 o en Cuatro hasta conseguirían que las frágiles criaturas que captan llorasen más.

MI MARIDO ES UN CABRÓN, MI ESPOSA UNA FULANA .- El programa Mejor llama a Pilar que ha estrenado Cuatro es otra variante, más canalla, del show visceral. Aquí van en busca de matrimonios en estado putrefacto. La coartada es insistir en que en el programa hay una experta en recomponer parejas rotas y agusanadas. Aseguran que les va a ayudar, o sea, como Hermano mayor variante matrimonial. Pero el gancho es enseñarnos cómo se degradan. «Cabrón, gilipollas / Me pones los cuernos / A esa amiga me la voy a tirar / Calientapollas» y así mucho rato. Dicen los fabricantes de estos programas de envilecimiento personal que el éxito televisivo casi siempre les acompaña. Pues adelante. El negocio es el negocio. No paren.