PRIMERA ENTREGA DE 'LOS ROSTROS DE VICTORIA BERGMAN'

Erick Axl Sund denuncian la pederastia en Suecia

Una dura trilogía negra, escrita a cuatro manos, aborda el trauma de las víctimas de abusos sexuales

Jerker Eriksson y Håkan Axlander Sundquist (derecha), ayer en un hotel de Barcelona.

Jerker Eriksson y Håkan Axlander Sundquist (derecha), ayer en un hotel de Barcelona.

ANNA ABELLA / BARCELONA

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Fue el enfado, el sentirse «furiosos por tantas injusticias y experiencias terribles» sufridas por amigas lo que llevó al músico Håkan Axlander Sundquist (Linköping, 1965) y al productor de su banda de electropunk Jerker Eriksson (Gävle, 1974) a escribir a cuatro manos una trilogía negra, Los rostros de Victoria Bergman, bajo el seudónimo Erick Axl Sund (inicios de sus apellidos), donde demuestran la misma compenetrabilidad que en persona. «En Suecia el 25% de las chicas jóvenes ha sufrido algún tipo de abuso sexual por parte de sus padres. De cinco amigas, estadísticamente, una ha sido víctima. Es más común de lo que imaginábamos y solo se ha empezado a hablar de ello muy recientemente», afirma Axlander. Tener el enemigo en casa «es la máxima traición posible. Si no lo afrontas y simplemente lo aparcas o escondes pueden surgir otros problemas, como el estrés postraumático, que de repente puede provocar un brote psicótico a los 45 años sin saber porqué», añade Eriksson. «Aprendes a convivir con ello, quedan cicatrices que no se borran», apunta su colega.

Víctimas y verdugos

Esta dura trilogía (y eso que suavizaron el manuscrito original por recomendación de su editora), que ha vendido tres millones de ejemplares y de la que 40 países han comprado los derechos, llega ahora a España con el primer volumen, Persona Persona(Roja & Negra / Empúries) -el segundo, Trauma, llegará en junio, y el tercero, Catarsis, en septiembre-. El tema central, constatan, es cómo una víctima se convierte en verdugo. «Alice Miller [psicoanalista especializada en maltrato] dice que, en cierto modo, todos los criminales son víctimas -revela Axlander-. Sobre todo si son hombres. El autor del crimen crea una víctima que a la vez se convierte en criminal. Las mujeres tienen más tendencia a automutilarse, a hacerse daño a sí mismas. Hay pocas que se venguen».

Niños soldado

Victoria Bergman es una víctima de pederastia. Su psicoterapeuta es Sofia, que vivió una experiencia traumática con niños soldado en Sierra Leona y que ayuda a la policía Jeanette Kihlberg en una serie de asesinatos y torturas a niños inmigrantes. «Queríamos estudiar qué le pasa a Victoria de adulta y vimos que muchos niños víctimas de abuso sexual sufren un problema de múltiple personalidad que nace en la infancia; una mujer tenía 29 distintas -explica Eriksson-. Sienten culpa y vergüenza y desarrollan un mecanismo de autodefensa, se dicen que eso le ha pasado a otro, no a ellos». Entonces leyeron (en Time, en la prensa sueca lamentan que apenas se hable de ello) que el 99% de niños soldado ha sufrido abusos sexuales y también problemas de disociación de personalidad. «Nos interesó la conexión: que un niño en África desarrolle el mismo trastorno mental que una mujer adulta en Suecia».

Inmersos ahora en el segundo libro de otra serie negraMelancolía, usan una lógica aplastante al hablar de cómo dos artistas como ellos se lanzan a escribir: ambos lo hacían ya de niños y, si habían sido muy creativos juntos con la música y en una banda hay varias manos creando música, ¿por qué no hacerlo con la escritura? En su investigación les ayudaron policías que trabajan en casos de abusos y la mujer con la que Eriksson vivió 12 años. «Él -confiesa Axlander- ha vivido con una psicóloga y yo vengo de una familia llena de transtornos mentales, con lo que nos complementamos muy bien». Y ahí le sigue Eriksson: «Al principio Håkan era el paciente y yo el terapeuta, pero luego necesité ayuda yo y cambiaron las tornas».

Stieg Larsson

Y sí, asumen parte de inspiración en Stieg Larsson, «que abrió del todo la puerta» a cambiar con la novela negra la imagen idílica de la sociedad nórdica que rompieron en los 60 Sjöwall y Wahlöö. Para Axlander, «cuando vives en un país que ha exportado esa imagen idílica llega un punto en que no lo soportas más porque sabes que no es verdad. La doble moral es tremenda».