Richard Ford: "Levantar muros contra los bárbaros no es la solución"

El escritor norteamericano prosigue las andanzas de su héroe Frank Bascombe en un libro de relatos

Richard Ford

Richard Ford / JOAN PUIG

ELENA HEVIA / BARCELONA

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Richard Ford (Jackson, Mississippi, 1944) había acumulado algunas renuncias y un empleo fijo como reportero cuando, azuzado por su mujer, decidió crear a su héroe Frank Bascombe que quiso ser novelista, fracasó como periodista y luego pasó a ser agente inmobiliario, antes de que se desinflase la burbuja. Ford, que es un americano tranquilo, cerró con él una magistral trilogía (‘El periodista deportivo’, ‘El día de la independencia’ y ‘Acción de gracias’) y ahora vuelve a sacarle brillo al personaje en ‘Francamente, Frank’ / ’Francament, Frank’ (Anagrama / Empúries)

Aseguró que escribir su trilogía le había causado un estrés tan grande que incluso le llevó a enfermar. ¿Cuál fue el estado de ánimo con el que ha abordado ‘Francamente, Frank’?

Fue mucho más fácil, quizá porque desde el primer momento me lo plantee como cuatro historias con un tenue hilo argumental. Quise recuperar a Bascombe cuando el huracán 'Sandy' destruyó la costa de New Jersey. Los novelistas siempre andamos buscando momentos emotivos para interpretarlos con palabras.

¿Podría decirse que el tema de fondo que une los cuatro relatos es la decadencia y la muerte?

No tuve esa sensación cuando lo escribí.

Pero Bascombe es espectador del dolor ajeno y ese dolor en casi todos los casos implica muerte.

En la medida en que él cuenta esas historias es cierto, pero él es un artificio, la gente vive sencillamente, no cuenta historias, él es alguien que parece vivo.  

¿Se puede decir que hay ahí un eco de sus propios temores?

Probablemente, pero también de mis alegrías, mis entusiasmo y mis intereses. Pero no temo a la muerte más que cualquier otra persona. Sencillamente me he hecho mayor y estoy más cerca. Intento tomármelo con filosofía, incluso podría decir que me parece divertido.

{"zeta-legacy-phrase":{"name":"\u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0","position":"\u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0","text":"\"No temo a la muerte m\u00e1s que cualquier otra persona. Sencillamente me he hecho mayor y estoy m\u00e1s cerca\""}}En el libro, Bascombe dice algo así como que cuando uno se hace viejo adquiere una relación complicada con la realidad cotidiana. ¿Lo comparte?

Bueno, lo que temes es caer. Antes cruzabas una calle y no pensabas en las consecuencias de sufrir un traspié. Yo voy en moto, es bastante grande. A veces me paro en un semáforo y tengo miedo de desequilibrarme porque quizá no podré levantarla de nuevo. Con eso tienes que lidiar.

¿Y a la hora de escribir esa sensación le da beneficios? Algunos autores se quejan de que con la edad se han hecho más lentos.

Ser más lento es bueno para todo. Mi mujer, Kristina, piensa, habla y lee muy rápido y yo siempre intento decirle que se relaje. No creas que tienes que entender una cosa en cinco minutos, simplemente convive con ella.

¿Convivir con las cosas lentamente es lo que le ha hecho escritor?

Sí, hay que prestar atención. Captar los detalles es importante porque hace que la vida sea más vívida, más intensa. Más allá del simbolismo que quieras poner, los detalles están ahí sin más. La mayor parte de nuestras vidas está llenas de cosas que no son importantes y que, sin embargo, vale la pena observar.

Dice que Bascombe es un artificio pero los lectores lo perciben como alguien real.

Es verdad. La gente se me acerca y quiere saber cómo le van las cosas. Así que para algunos es más real que para mí mismo, que solo es una construcción del lenguaje. Eso es parte de la magia de ser lector.

¿Y que lo relacionen con usted, en el sentido de que imaginen a Bascombe con sus rasgos, cómo le sienta? Sus vidas son paralelas pero no idénticas.

A veces dicen que Bascombe es mi álter ego pero yo no tengo tanto ego como para necesitar un álter ego.

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Menos de lo que podría parecer. Yo siempre digo que Frank es mucho más amable y agradable que yo.

¿Más que su proverbial cortesía sureña?

Siempre hay que creer a un hombre cuando se sincera y dice estas cosas.  La mayoría de los hombres mienten. Yo siempre digo la verdad. (Ríe)

Sus pensamientos políticos, de demócrata  convencido que ha votado Obama,  sí que están cerca de los de Bascombe.

Sí, pero los pensamientos políticos de Frank son normalmente breves e irónicos. Los míos son muchos más complejos y analíticos. Seguramente simpatizamos con lo mismo, pero yo escribo mucho sobre política en periódicos europeos y pienso mucho en ello.

La verdad es que esta es también una novela política, en la que se habla de la burbuja inmobiliaria, de la crisis, del terrorismo y de las heridas que ha dejado en la psique norteamericana.  ¿Cuál es su diagnóstico?

Es difícil dar una respuesta. Ya no tenemos opción. Tal como se ha organizado el mundo, en el que todos los pobres viven en África o en Arabia,  está claro que van a venir a vivir a nuestra casa y vamos a tener que acostumbrarnos a ello. Nosotros nos convertiremos en ellos y ellos se convertirán en nosotros. Y nadie va a detener eso.  Podemos intentar que no nos sigamos matándonos, pero esto va a seguir sucediendo así, nos matemos o no.  El mundo se ha organizado de una manera inmoral y esto va a tener que aclararse de un modo u otro.

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Tenemos que ir más allá del miedo y levantar muros contra los bárbaros no es la solución. Cuando Donald Trump dice que tenemos que impedir que los musulmanes sigan entrando en los Estados Unidos eso es un mal chiste.

¿Ve a Trump en el despacho oval?

No, en absoluto. Cuanto más tiempo esté haciéndose visible y haciendo este tipo de declaraciones más evidente será que no llegará a ser presidente. Sí está ahí es porque es rico. Tiene un ego impresionante pero es que además habla en nombre de una capa de la cultura americana que está muy enfadada y que cree que no tiene voz. Pero ese grupo de gente es pequeño si lo comparamos con toda la población.

¿En algún momento se ha planteado matar a Bascombe?

‘Él’ podría matarme a mí. Acabar un libro es muy arduo y a veces siento que moriré en mi mesa de trabajo. Pienso en cómo dejaré de escribir sobre él, pero dejarle morir en un libro será difícil porque él es siempre el narrador y nadie cuenta su propia muerte

De momento, creo que ya planea una nueva novela sobre él.

Sí, ocurrirá en San Valentín y se pondrá en la carretera en una autocaravana junto a su hijo.

¡Menuda paliza!, porque tendrá más de 70 años.

Así es,  tenemos prácticamente la misma edad, él tiene un año más. Pero como yo, todavía goza de una salud aceptable.