Pierre Assouline «Me excitaba la vida en un castillo alejado del mundo»

Entrevista con Pierre Assouline, autor de 'Sigmaringen', una novela sobre los últimos días del régimen de Vichy

El biógrafo, novelista y 'blogger' francés Pierre Assouline.

El biógrafo, novelista y 'blogger' francés Pierre Assouline.

ELENA HEVIA / BARCELONA

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Pierre Assouline es uno de los más respetados biógrafos franceses, también uno de los bloggers literarios de mayor influencia en un país en el que la cultura no es mero adorno y, junto a todo a eso, ha cultivado una considerable trayectoria de novelista con temas de base histórica. Sigmaringen (Navona), su primera ficción traducida al castellano, sigue la retirada en 1944 del Gobierno colaboracionista de Vichy, con Pétain a la cabeza, a su paso por el castillo alemán de Sigmaringen, un episodio que ya inspiró a Louis-Ferdinand Céline, que actuó allí como médico, en su libro autobiográfico De un castillo a otro.

-¿Qué le hizo interesarse por el episodio histórico de Sigmaringen? 

-Me di cuenta de que paradójicamente los franceses que se apasionan tanto por la historia del Ggobierno colaboracionista de Vichy no conocen su epílogo. Han creído que la liberación de París equivalía a la de Francia y se quedaron con eso. Pero sobre todo, me he sentido atraído por el huis-clos, ese tipo de momento claustrofóbico. Me excitaba sobremarera la vida en un castillo alejado del mundo.

-¿La microhistoria de Sigmaringen cómo ilumina la gran Historia?

-Porque a través de las pequeñas mezquindades, las contradicciones y las grandezas humanas de unos y otros se radicalizan en los momentos extremos, especialmente cuando se ven obligados a convivir mientras se detestan. Los hombres se revelan a sí mismos en las situaciones extremas.

-¿Por qué elegir un personaje marginal como el mayordomo del castillo para conducir el relato?

-El fotógrafo Henri Cartier-Bresson solía a decirme que  «con una mirada sesgada vemos las cosas mucho mejor». He seguido el consejo. De ahí que en Sigmaringen el personaje principal sea el mayordomo. Me gusta este desajuste narrativo. Permite una proyección discreta, un visión panorámica de las situaciones.

-¿Esa visión esquinada sería el verdadero tema?

-Sí, no el de la comedia de los poderosos patéticos gobernados por su orgullo. Sino la obediencia de un fiel siervo de la familia Hohenzollern, educado desde la escuela para acatar órdenes y llevar un uniforme, secretamente mantenido por la pasión secreta que domina sus días y sus noches: la música.

-Imagino que en sus investigaciones se habrá encontrado con detalles fascinantes que desconocía.

-Es curioso, pero hay todavía mucha historia poco conocida. Está la actitud de Pétain y Laval, que se ponen en huelga porque se consideran prisioneros de guerra. El episodio del joven médico francés a quien se libera de un campo de concentración para que cure a Pétain y rechaza la oferta. La vida cotidiana en el castillo, los rituales de las comidas respetados al detalle con toda su pompa a petición del príncipe Hohenzollern. Está la miseria oculta de tantos ciudadanos franceses...

-¿Cree que los franceses han reflexionado y escrito lo suficiente respecto al colaboracionismo? Para usted parece un tema fundamental que, en cierta manera, entronca con el territorio de la Ocupación del Nobel Patrick Modiano.

-Mi mayor interés no es el colaboracionismo, es la guerra. El colaboracionismo, como la resistencia, solo es un aspecto colateral. Me apasiona la segunda guerra mundial, es verdad, porque es un revelador, en el sentido fotográfico del término. La dimensión política de los acontecimientos es secundaria en relación a la dimensión humana. El estudio de la guerra y de la ocupación ofrece una fotografía impresionante del pueblo francés.

-¿En qué medida este libro es también una reescritura de Un castillo al otro de Céline?

SEnDSigmaringen no es para nada una reescritura de Un castillo al otro. Pero sí, empecé a documentarme releyéndolo. Su libro está lleno de errores y de aproximaciones porque, incluso como testigo y actor de la historia, Céline sigue siendo Céline. Su narración es indispensable para quien quiera medir la locura y el absurdo en este epílogo de la guerra. Por mi parte no he querido hacer un texto histórico de referencia.

-¿Cómo ha abordado el retrato humano de Céline? 

-La actitud de Céline en este episodio es por una vez inatacable. Sorprendentemente, se puso al completo servicio de los 2.000 franceses de la ciudad para cuidarlos porque antes que nada era médico. Céline, un delator de judíos, es considerado un hijo de puta, con razón. Pero aquí  expresa una gran generosidad y una notable lucidez cuando anuncia desde el principio a todos los nazis franceses y alemanes que él cree que todo está podrido, que Hitler ha perdido y que todos van a morir.