ENTREVISTA

Paul Auster: "Cada uno de mis libros es un intento de comprender quién soy"

El escritor norteamericano publica '4321', su novela más extensa, ambiciosa y compleja

Paul Auster, en su reciente visita a Barcelona.

Paul Auster, en su reciente visita a Barcelona. / periodico

Elena Hevia / Barcelona

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Paul Auster ha sido la gran estrella de la Setmana del Llibre en Catalá. Frente al indiscutible valor de ser un autor seguido y querido por los lectores de todo el mundo- aunque algunos se remitan a sus primeras obras como sus verdaderos logros-, el neoyorquino ha abordado su obra más ambiciosa y extensa, '4321' (Seix Barral / Edicions 62), cuatro novelas trenzadas en una sobre un mismo personaje, Ferguson, y las posibles derivas en sus vidas alternativas a partir de esos sucesos azarosos que son marca de la casa. Una novela de casi 1.000 páginas que tiene su recompensa lectora en el final y se encuentra en la recta de salida para hacerse con el premio Booker Man.

Tener tanto brillo mediático le ha pasado factura a Auster que se muestra visiblemenet agotado, ya que al igual que Woody Allen es en Europa donde le siguen las multitudes. Es difícil hacerse a la idea de que Auster ha envejecido físicamente aunque, a sus 70 años, todavía le queda mucho de su antigua planta y apostura. Si hubiera que definir su disposición se podría decir que lo suyo es la distante amabilidad.

Ha escrito esta novela entre los 66 y los 70 años. Con un sustrato autobiográfico aún mayor que en trabajos anteriores, ¿considera que solo con la madurez podía abordar una obra de esta magnitud? Supongo que por contexto emocional, la historia de las distintas infancias de Ferguson sí hubiera podido escribirlas antes, pero para reflejar el contexto social de la novela en los años 50 y 60 habría necesitado más perspectiva, una mayor distancia temporal para procesar los sentimientos y las sensaciones. Pienso en Tolstoi escribiendo 'Guerra y paz' 45 años después de los sucesos que cuenta. Por contra, si narras el  presente no sabes cómo acabarán las cosas.

¿Era consciente mientras escribía de que estaba haciendo un esfuerzo extra, que había en el libro una mayor dosis de ambición, más allá de su extensión? Son cuatro libros en uno. Y en sí es un intento tan loco como escribir sobre un perro que habla [‘Tombuctú’] o alguien que levite [‘Mr. Vertigo’], pero no más que eso. No puedo decir que se trate de mi obra maestra porque no me lo planteé así.

¿No tenía en mente hacer su particular gran novela americana? Ese concepto tan musculoso y discutido que parece un feudo exclusivamente masculino. Es que no se bien qué significa gran novela americana. En términos históricos ese concepto no está necesariamente ligado a libros muy extensos. Solo ‘Moby Dick’ es voluminoso. ‘La letra escarlata’, ‘Huckleberry Finn’, ‘La roja insignia del valor’ y ‘El gran Gasby’ tienen todos los números para figurar en esa categoría y no son extensos. Yo nunca me imaginé que ‘4321’ iba a ser un libro tan largo. Pero no me gustaría que fuera una cima, intento dejarlo atrás y escribir otros libros. Pero, claro, no sé si a partir de ahora todo será descenso.

En la novela hay ecos de su infancia. El descubrimiento de la literatura, por ejemplo. Mi padre y mi madre no leían. No habían ido a la universidad. Pero yo sí leí desde pequeño. La hermana de mi madre estaba casada con uno de los literatos más brillantes que jamás he conocido, era un traductor buenísimo de Homero, Dante, Ovidio y la poesía italiana del siglo XX. Cuando yo tenía 6 años mis tíos se fueron a vivir a Europa y estuvieron allí 11 años. Yo no los vi mucho pero mi tío dejó sus libros en casa de mis padres y en nuestro primer traslado mi madre decidió sacar aquellos libros de las cajas y ponerlos en las estanterías. Fue un magnífico regalo para mí. En el libro a uno de los Ferguson es su padrastro quien le ofrece ese legado y la posibilidad de ir a la universidad.

Y él no tiene ganas de ir, como le sucedió a usted también. Yo no quería ir a la universidad, pero acabó siendo una experiencia impresionante para mí. Entre los 18 y los 22 años tuve las mejores y más intensas lecturas. Así que podría decirse que estaba contento pero también era infeliz. Todo a la vez, una sensación que todos los jóvenes experimentan.

Creo que este libro empezó a escribirlo a la edad en que murió su padre. Es significativo que la muerte de este, que se filtra de muchas maneras en las cuatro historias, fuera el detonante de su literatura. Supongo que cada uno de mis libros es un intento de comprender quien soy, aunque no me lo planteé así. Claro que  no estoy hablando de mi padre en cada libro, pero es cierto que escribí mi primer libro de prosa tras su muerte. Mi padre no fumó nunca, no bebía, jugaba al tenis cada día. Era el tipo de hombre que tendría que haber vivido hasta los 90 años. Jamás me hubiera imaginado que iba a morir a los 66. Si competíamos en algún deporte, él me ganaba y yo tenía 36 años menos que él. Murió cuando estaba en la cama haciendo el amor con su novia. Para mí fue un shock porque no estaba preparado para este noticia. Escribí después de eso 'La invención de la soledad'.

"La imagen de la muerte era constante durante mi trabajo. Y lo único que dice durante esos cuatro años fue escribir, escribir y escribir. No quería morirme de repente y dejar la novela inacabada"

Es un bonito libro.  Todavía sueño con mi padre. ¿Acaso no lo hacemos todos? Cuando cumplí 66 años me di cuenta de que estaba a punto de ser más mayor de lo que él había podido ser. Y fue un momento muy extraño, como cruzar una frontera invisible. Me pareció extraño embarcarme en esta novela y me obsesioné con llegar hasta el final. La imagen de la muerte era constante durante mi trabajo. Y lo único que hice durante esos años fue escribir, escribir y escribir. Básicamente porque no quería morirme y dejarla inacabada. Habría sido horrible estar en el despacho y tener un ataque al corazón mientras abordaba la página 50 o la 237. Pero aquí estoy, lo conseguí.

Hablemos del azar. Es un concepto que inevitamente se asocia a sus narraciones. No estoy de acuerdo. No sé de donde viene ese rumor de que estoy obsesionado por las casualidades. Lo que me interesan son las cosas inesperadas, las que ocurren de repente. Creo firmemente que la ficción del siglo XIX es la base de la ficción de los siglos XX y XXI y yo quiero que esos sucesos inesperados de las novelas de Dickens entren en mis libros. Mis protagonistas tienen objetivos, ambiciones y no están, simplemente, a merced de lo que ocurre. Son activos pero, claro, a veces pasan cosas inesperadas.

Para suceso inesperado, la victoria de Donald Trump. ¿Cree que será un acontecimiento que marcará a futuras generaciones? No sabemos qué pasará. Solo hace siete meses que gobierna y aunque ha hecho ya mucho daño es demasiado pronto. Es preocupante porque se ha opuesto a las medidas que Obama había adoptado respecto al clima. Ha promocionado el racismo y está envenenando la sociedad. El momento es muy triste. Lo único positivo es que la gente sigue trabajando y luchando para hacer frente a este hombre. Podría hablar durante horas y horas sobre  este tema, pero, bueno, esta es mi respuesta breve.

"Siri [Hustvedt] me ha influido de una manera increíble. Me ha enseñado a ser más flexible. Es muy buena detectando a la gente, una pensadora muy sutil. Ahora leo sus ensayos y veo el mundo de otra manera"€

Hace unos meses su esposa, Siri Hustvedt, se quejaba [Se muestra encantado y agradece la pregunta] Sí, en una entrevista en la radio el otro día me enseñaron un artículo de su periódico titulado 'El marido de Siri Hustvedt'. Y me gustó.

Sí, es de Care Santos. Eso es. Siri me ha influido de una manera increíble, no solo en mi trabajo literario. Me ha enseñado a ser más flexible. Es muy buena detectando a la gente , una pensadora muy sutil y me gusta su forma en la que debate sus opiniones sobre pintura y filosofía. Yo apenas sabía nada de neurociencia y psiquiatría antes de que ella se dedicara a ello. Ahora leo sus ensayos y veo el mundo de otra manera. Creo que es estupendo vivir en la misma casa de alguien que ha escrito esos libros fantásticos. No puedo imaginarme a nadie más brillante que ella.