Neil Hannon: "Mi música es mía"

The Divine Comedy trae su pop exquisito por primera vez al Palau de la Música en la gira de su nuevo disco, 'Foreverland'

The Divine Comedy.

The Divine Comedy.

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Neil Hannon, uno de los más refinados talentos del pop británico de las últimas dos décadas, regresa a Barcelona con todos los honores: un concierto, este miércoles, de la mano del Festival del Mil·lenni, en el Palau de la Música, sala que le acoge por primera vez y en la que actuará arropado por una banda de cinco músicos. El cantante y compositor atiende nuestra llamada desde su casa en County Kildare, Irlanda.

Su nuevo disco, ‘Foreverland’, llega seis años después del anterior, su pausa más larga registrada hasta ahora. En este tiempo, ¿se ha parado a pensar en el concepto y el sentido de The Divine Comedy? Supongo que lo hago cada vez que me pongo a hacer un disco, pero debo dejarlo de lado porque no hay nada menos productivo que pensar en el efecto que pueda tener tu música en la gente. Aunque suene egoísta, mi música es mía y permito que la gente la oiga (ríe). Creo que la gente disfruta de esa idiosincrasia, de que esa música no la pueda hacer nadie más y que suene a mí lo máximo posible.

La identidad The Divine Comedy está muy asentada. ¿Cree que se ha convertido en un lugar seguro para el público? Supongo que sí. La gente sabe qué esperar cuando compra uno de mis discos, si es que lo compra (ríe). Tener una marca ayuda, imagino, aunque me reservo el derecho a cambiar completamente en el futuro si me apetece. Por otra parte, no obligo a nadie a escuchar mi música.

¿El factor sorpresa o la innovación están sobrevalorados? Son cosas útiles, pero para mí es más importante componer canciones buenas y que sean interesantes para mí. La originalidad está bien pero, si no lo eres, no importa mientras seas bueno. Al fin y al cabo, debes recordar que todo está inventado.

¿Así lo cree? Sí, en gran medida. Toda música es el resultado de la mezcla de otras músicas anteriores. Solo hay un cierto número de notas y de maneras de combinarlas, y por eso actualmente no encuentras mucha música pop moderna que tenga que ver con la música, con las notas. Me parece difícil transmitir emoción y sinceridad con instrumentos sintéticos.

¿La melodía lo es todo, o casi, en una canción? Texto y música son igualmente importantes para mí y no quiero que una cosa eclipse a la otra. Pero si no tienes una buena melodía no te molestes en seguir.

En canciones del nuevo disco como ‘Napoleon complex’ o ‘Catherine the Great’ vuelve a fijarse en figuras históricas. Utilizo referencias del pasado porque no puedo hablar del futuro, ya que no ha ocurrido (ríe). No entiendo a la gente que dice “no me gusta la historia”, porque la historia es simplemente todo lo que ha ocurrido hasta ahora.

Pues sí, tiene cierta importancia. Es como decir “no me interesa nada de lo que ha ocurrido antes que yo”. Un poco negativo, ¿no? A mí me encanta mirar al pasado y a la ficción, y referirme a libros, películas, personas… , y animales, ¡muchos animales! (ríe), porque no quiero sentirme limitado al hacer una canción pop. El 90% de las canciones pop van de lo mismo y es extremadamente aburrido.

¿De qué cree que van? Ya ni siquiera se hacen canciones de amor, sino canciones sobre relaciones. Pero, incluso hablando de relaciones, podrían hacerlo de un modo interesante.

¿Cómo en ‘The pact’? Esa sería la idea, sí. Aquí hablo de relaciones en unos términos propios de las relaciones diplomáticas. Hace tiempo compuse ‘Commuter love’, que era sobre alguien que estaba enamorado de una chica que veía en el metro de Londres, pero que no quería decírselo porque era feliz en esa inexistencia de relación.

En su música hay influencias de músicas pre-pop. Me gustan cosas muy diversas: cabaret, musicales, ópera y esa vieja música francesa que en los años 50 y 60 se fundió con el pop; Gainsbourg y todo eso. Pero no estoy de acuerdo en dividir la historia de la música en antes y después del rock’n’roll. Imagino que podría mencionar a gente como Ray Davies y, obviamente, a  Lennon y McCartney.

¿Y al Bowie de álbumes como ‘Hunky dory’? Sí, el Bowie de aquella época. Siempre es difícil determinar cuál fue el Bowie de verdad porque iba cambiando cada vez. Adoro muchísimas de las cosas que hizo y, no sé por qué, no suelo mencionarlo en las entrevistas. Quizá porque Bowie está en un lugar distinto, por encima de todo.

The Divine Comedy maneja elementos melódicos europeos pero también referencias muy británicas. ¿Ha pensado si una parte de lo que hace resulta excéntrico para un europeo continental? ¡Pues no mucho! (carcajada). Pero es posible. A los franceses les gusta lo que hago porque ven ahí un carácter británico y para mí es difícil decir qué significa eso. Pero tengo la sensación de que muchas melodías y armonías son europeas. ‘To the rescue’, por ejemplo, tiene un aire a Gainsbourg pero no es solo por la instrumentación sino por la progresión de acordes, que es bastante barroca y tiene que ver con la ‘chanson’. Los compositores franceses tomaron esa progresión barroca y la hicieron más romántica o sentimental. Eso lo ves en el pop francés, y no tanto en el británico, que es más de tres o cuatro acordes (ríe).

¿No cree que ese pop británico haya evolucionado últimamente? No lo veo con mucha salud, la verdad. No quisiera ser la voz de la negatividad pero hay pocas cosas que me interesen, y utilizo ese verbo, interesar, a propósito porque es importante resultar interesante además de nuevo y ‘cool’. Yo fui nuevo y ‘cool’ una vez, pero lo que importa siempre es lo que hay debajo de las canciones, no tanto los ruidos que sacas del teclado o el sonido de la guitarra.

Fue nuevo y ‘cool’ en los años del Brit-pop. Siempre dio la impresión de que The Divine Comedy iba por libre, aunque debió de ser bueno situarse en aquel escaparate. Sí, formar parte de aquello durante un tiempo fue útil.

¿Se siente alejado ahora de canciones como ‘The summerhouse’ o ‘Everybody knows (except you)’? En esta gira no hay mucho material de aquellos discos, pero es algo accidental. Sigo adorando esas canciones, pero siempre acabas tocando muchas del nuevo trabajo, bastantes de los dos anteriores y luego ciertas piezas del pasado que simplemente tienes que tocar, como ‘A lady of a certain age’, ‘Our mutual friends’, ‘National express’ o ‘Songs of love’. Elegir es difícil, ¡y con cada nuevo disco es peor!

Después de verle en formatos reducidos, actuará en el Palau con una banda. Seremos seis y haremos mucho ruido. Bueno, ruidos precisos en los momentos correctos. Será como una orquesta sin tener una orquesta.