Martínez Lázaro: "No hemos hecho una metáfora de la realidad catalana"

El director madrileño Emilio Martínez Lázaro ya es un experto en eso de las secuelas de películas de éxito. Después del bombazo que supuso en su momento 'Al otro lado de la cama' y su continuación, ahora aborda con ironía y sentido de humor las expectativas que hay depositadas en la segunda parte de 'Ocho apellidos vascos', el 'megahit' comercial del año pasado que llegó a convertirse casi en un fenómeno sociológico.

–No es la primera vez que se enfrenta a una secuela de mucho éxito…

–Como era la segunda vez lo he hecho con bastante tranquilidad, porque ya pisas terreno conocido. Ya sabes el modelo de película que estás haciendo, conoces al equipo, a los actores, y sabes que te lo vas a pasar bien, que vas a disfrutar. Y que vas a terminar contento con el trabajo hecho.

–¿Cree que esta secuela va a ser tan taquillera como la anterior?

–No cuenta con el factor sorpresa de la otra. La gente iba a ver 'Ocho apellidos vascos' tres y cuatro veces, y cuando la han puesto en televisión, han repetido. Fue un fenómeno exagerado. Por lo tanto, ésta, ya de entrada, sale con menos perspectivas económicas. Luego la terminará viendo todo el mundo, pero a los 56 millones de euros, no llegaremos.

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–¿El fenómeno ha pasado?

–El fenómeno fue la anterior. Esto ya es el epígono del fenómeno. Es una especie de excrecencia que ha salido ahí, la secuela… ya no es igual.

–Después de 'Al otro lado de la cama', se ha vuelto a reinventar con esto de los 'Ocho apellidos...'.

–En realidad en todas mis películas he hecho lo que he querido. Las anteriores suponían un reto todavía mayor, porque yo fui quien sugerí que cantaran los actores, que los temas fueran rock… la forma final la di yo, no estaba en el guion original. Y fue una película que hice pensando que me iba a pegar con ella una hostia brutal, pero me lo pasé tan bien y los actores disfrutaron tanto… y aquí ha sucedido, qué cosas, prácticamente lo mismo.  

–¿Y sintió algún tipo de presión interna al abordar el tema vasco?

Tenía miedo de que los vascos radicales se la tomaran a mal, eso es cierto. El día que rodé la manifestación con Dani Rovira haciendo cantar sevillanas a los aberzales, era un poco fuerte. Pero cuando vi que ellos mismos se reían, me quedé mucho más tranquilo. La recibieron estupendamente, y ahora va a pasar igual.

–¿Cómo cree que se la van a tomar en Catalunya?

–Igual que en el resto de España. Si se la toman como una metáfora sobre la realidad de Catalunya o la indepedencia, mal vamos. En cine, las metáforas son una sandez.

–Sin embargo, los críticos de cine catalanes han sido especialmente virulentos a la hora de atacarla vía Twitter.

–Si te cuento cómo fueron los pases de prensa de 'Ocho apellidos vascos', no lo creerías. La crítica no es que fuera demoledora, sino lo siguiente. Y no era por tema político, ni por los vascos. Era por la puta mierda de película que habíamos hecho. Dijeron que no la iba a querer ver nadie porque era una basura.

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–Realmente yo llegué a plantearme, con el tema de 'Ocho apellidos vascos', que la crítica había dejado de ser prescriptiva para los espectadores.

–Y pasa al contrario. Hay películas que los críticos ponen de maravilla, y no va nadie a verlas. ¿Por qué? Porque no han leído las críticas y los que las leen, no les hacen ni caso.

–Entonces qué cree que es lo que realmente ha llevado a tantas personas a volcarse con estas películas.

–La promoción de Telecinco fue básica para el principio, para el arranque. Y eso ayudó mucho. La primera noche ya no había entradas en algunos cines del país vasco. La segunda semana hizo casi el doble que la primera. La tercera subió un 40%. Son cosas que no habían pasado nunca desde que hay registros del BoxOffice. Y es que a la gente le gusta, a las abuelas, a los nietos.

–Ha roto la barrera generacional.

–Totalmente. Va la familia entera. Es una película familiar a tope.