ENTREVISTA

Cristian Mungiu: "Mis películas no sirven para nada, me temo"

El director rumano galardonado con una Palma de Oro estrena 'Los exámenes', la historia de un padre que hace lo que sea para que su hija salga de su país natal

El director rumano Cristian Mungiu, que acaba de presentar 'Los exámenes'.

El director rumano Cristian Mungiu, que acaba de presentar 'Los exámenes'. / periodico

NANDO SALVÀ

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Que el Festival de Cannes le otorgara la Palma de Oro a Cristian Mungiu gracias al demoledor drama '4 meses, 3 semanas, 2 días' sirvió para que el mundo empezara a prestar atención al cine rumano, y a darse cuenta de lo bien que se les da a él y a sus paisanos contar historias de gente corriente enfrentada a dilemas morales irresolubles. Eso precisamente es su magnífica nueva película, 'Los exámenes', retrato de un hombre dispuesto a hacer lo que sea para que su hija obtenga una beca de estudios que le permita salir de Rumanía.

¿Por qué diría que el engranaje social rumano está tan corrompido? El problema es que cuando en un país se instaura un nuevo régimen, restos del viejo permanecen. Eso los españoles lo saben muy bien. Cuando te acostumbras a vivir en una dictadura es difícil que tengas mucho respeto por la ley. Porque durante las dictaduras las leyes son injustas y opresivas. Y, por tanto, en cuanto tienes la oportunidad de vulnerarlas, eso es lo que haces.

Pero ahora las leyes en su país han cambiado, ¿no? Cierto, pero el sistema democrático en Rumanía es joven e inexperto. Nuestros legisladores crean leyes disparatadas que les favorecen solo a ellos mismos. Hubo un político, no hace mucho, que intentó sacar adelante una ley contra el uso de radares de velocidad en las carreteras. ¿Por qué? Porque es un conductor terrible que acumula docenas de multas. Pero eso no es nada. Bucarest se divide en seis distritos, cada uno con su propio alcalde, y hoy los alcaldes de cuatro distritos están en la cárcel por soborno.

Si le sirve de consuelo, eso no pasa solo en Rumanía. Ustedes están igual, lo sé, pero no es consuelo. Los políticos no se mueven por el bien común sino para hacerse ricos. Cuando empecé a trabajar en la película, cada día, sin excepción, veía a un pez gordo de la política de mi país salir en las noticias acusado de corrupción. Y casi ninguno va a prisión. Y los que van están ahí poco tiempo y no devuelven el dinero.

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¿Tiene alguna esperanza en que las cosas cambien? Supongo que sí. El problema es que todo cuanto la gente busca siempre es salvar el propio pellejo. Las soluciones individuales no son la solución porque pretenden sortear las normas, no cambiarlas. Son necesarias soluciones colectivas.

¿Qué soluciones colectivas? Cuando cayó el comunismo en mi país yo tenía 21 años, y la gente de mi generación fuimos conscientes de nuestra responsabilidad para hacer que la nueva sociedad funcionara. En ningún momento pensamos en huir del país. Yo estoy rodeado de padres que quieren enviar a sus hijos a estudiar fuera de Rumanía, para que tengan una vida mejor. Pero si los jóvenes huyen, nuestro país nunca mejorará.

En ese sentido, ¿para qué diría que sirven sus películas? No sirven para nada, me temo. Espero que al menos hagan que algunas personas mediten sobre sus propias conductas. El problema es que la gente que solía ir al cine a ver mis películas, las clases medias, han ido abandonando el país. Además, en Rumanía los cines han ido cerrando de forma dramática, así que en muchas partes del país la gente no podrá verla hasta dentro de dos o tres años. Pero eso no significa que tenga que resignarme a hacer comedias románticas, ¿no?

¿Cree usted que ser corruptos está en nuestra naturaleza? Lo que sí está en nuestra naturaleza es el instinto de supervivencia. Y cuando buscas sobrevivir a toda costa, conceptos como la ética o la moral son secundarios.