Cerrone, padre del 'french touch'

El mítico productor de 'Supernature' pasa el viernes por Razz Club para una sesión prometedora

max cerrone

max cerrone / periodico

JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

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Cuando Daft Punk rindieron homenaje a Giorgio Moroder con su tema ‘Giorgio by Moroder’ (y, de paso, propiciaron el primer disco del italiano en casi un cuarto de siglo), algunos se preguntaron por qué no protagonizaba Cerrone ese tributo. Al fin y al cabo, dijeron algunos desde el chovinismo, Cerrone es francés; hijo de inmigrantes italianos. Otros se preguntaron, de forma algo más legítima: ¿por qué se rinde homenaje a Moroder con una música clavada al ‘Supernature’ de Cerrone?

En un disco como el último de Daft Punk, en gran medida un tributo al sonido disco de finales de los 70, faltaba Cerrone. Estaba su amigo Nile Rodgers y estaba Moroder, pero no este influyente productor que ha vendido más de 30 millones de discos a lo largo de su carrera. Para compensar el desplante, sus fans deberían llenar el viernes la sala Razzmatazz para la sesión del maestro.

Nacido en 1952 en Vitry-sur-Seine, cerca de París, Marc Cerrone tuvo una epifanía el día que vio el primer bolo de Jimi Hendrix en el Olympia. “Encontré mi vocación de golpe –nos cuenta–, no viendo la guitarra de Hendrix, sino la batería de Mitch Mitchell. La batería encajaba conmigo. De joven fui un poco revoltoso”. Según cuenta, su madre le dijo que si lograba estar un año sin ser expulsado de clase, tendría su batería. Y la tuvo.

Tras marcharse de casa con solo 16 años, acabó en Saint Tropez, donde se ganó la vida tocando la batería en el puerto, entre los bares Le Gorille y el Sénéquier, para ser más precisos. El productor Eddie Barclay (del sello Barclay) se fijo en él. “Me dijo que era bueno, pero que necesitaba una banda. En solo unas semanas ya había montado el grupo Kongas, bajo la influencia sobre todo de Santana”.

Pronto, este proyecto de rock afro, pionero del house tribal, se volvió demasiado pop para Cerrone. Tres minutos eran pocos para él. Y se marcó un 'single' de 16 minutos y medio: ‘Love in C minor’, hoy considerado un clásico del disco orquestal, pero en su día rechazado por los sellos franceses. “Me vi obligado a crear mi propio sello [Malligator] para lanzarlo”, cuenta. “Mi golpe de suerte llegó cuando un empleado de una tienda de discos envió por error a Estados Unidos una caja de 300 copias, en lugar de unos discos sin vender de Barry White. El mayorista lo escuchó y flipó. Lo pinchó en Nueva York, porque también era DJ. Las 300 copias nunca volvieron a Francia”.

FANS FAMOSOS

El resto, como suele decirse, es historia. Cerrone se mudó a Estados Unidos y recibió pronto una oferta de “la segunda persona más importante en mi carrera, después de Barclay: Ahmet Ertegün, el dueño de Atlantic Records”. Sus 'singles' fueron éxitos masivos, entre otros motivos por unas portadas excéntricas y glamurosas, con Cerrone como 'playboy' disco de otro mundo. ‘Supernature’ en particular fue abrazado con fervor. “Y eso que salió por accidente. No me pregunte cómo. Soy yo jugando con un sintetizador nuevo y mis baterías. Y la letra de [una no acreditada] Lene Lovich”.

Goldfrapp usaron ese “accidente” para poner nombre a su tercer disco. Y entre los fans de Cerrone se cuenta también James Murphy de LCD Soundsystem, al parecer enganchado a sus bandas sonoras para la trilogía basada en las novelas eróticas de espionaje ‘S.A.S’. “Gracias a ellos, a todos estos seguidores jóvenes y famosos, todavía sigo trabajando”, dice Cerrone, ahora en plena preparación de “un disco cargado de invitados estelares” que saldrá en otoño.

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