FIN DE TRAYECTO

Aspencat, misión cumplida

El grupo valenciano se despide de sus seguidores en Razzmatazz, tras 12 años de trayectoria, y abre un "parón indefinido"

zentauroepp40500158 icult   aspencat171020185448

zentauroepp40500158 icult aspencat171020185448

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Obrint Pas, La Gossa Sorda, Orxata Sound System… Los grupos que han marcado una era en la moderna escena valenciana van bajando la persiana uno a uno. El último es Aspencat, que abre un “parón indefinido” tras la gira que concluye este sábado en Razzmatazz, concierto con entradas agotadas integrado en el Curtcircuit (20.30 horas; abrirán Smoking Souls). “Llevamos seis años a un ritmo frenético, con más de 100 conciertos al año, y necesitamos parar”, justifica su cantante, Kiko Tur.

Aspencat llega hasta aquí tras publicar seis discos y haber conseguido construir una audiencia amplia pese a las condiciones políticas adversas para la música en valenciano. “Sí, venimos de la larga noche”, suspira Tur. “Hay toda una generación de grupos que hemos crecido empujando el muro construido por el PP contra nuestra cultura. Como había tanta hostilidad, nos hemos acostumbrado a ser autogestión y auto-todo”, argumenta, subrayando que “los grupos valencianos llevan esa resistencia incorporada en su ADN”.

Mestizaje y rabia

El grupo surgió en el 2005 en la localidad de Xaló (Marina Alta) con “la voluntad de hacer una música combativa”, jugando con la idea de mestizaje sugerida por el ‘aspencat’, plato valenciano parecido a la ‘escalivada’ catalana, e inspirándose, precisamente, en Obrint Pas y La Gossa Sorda, más veteranos, y en bandas de punk y ska como la madrileña Boikot. Pero Tur destaca que “la configuración actual” de Aspencat parte del disco ‘Neixen primaveres’ (2011), donde asumieron “una conciencia seria y profesionalizada”. De ahí a su última obra, ‘Tot és ara’ (2015), que incluye la concluyente ‘Música naix de la ràbia’, donde claman por “fer la barricada amb l’Ovidi i Víctor Jara” y dicen no olvidar “les bombes de la casa Fuster”.

Su música fue incorporando influencias de unos ritmos jamaicanos a través de su lectura por parte de bandas europeas “como Seeed, de Alemania, los franceses de Dub Inc. o el italiano Alborosi”, tratando siempre de expandir su imaginario para que “cada disco fuera diferente del anterior”. El toque más autóctono lo aportó el laúd. “Podríamos haberlo ‘sampleado’, pero queríamos potenciar el espectáculo y demostrar de dónde somos”. Nunca han dejado de ser asamblearios. Y son nueve. “Todo lo votamos, sí. A veces es un poco difícil tomar decisiones, pero a la larga todo el mundo está contento porque nadie pasa por encima de nadie”, asegura Tur.

Contra la rutina

Puede sorprender que Aspencat suspenda actividades ahora que la escena valenciana vive un momento de cierta euforia, visto al menos de puertas afuera. ¿O no es así? “Sí, hay una efervescencia con bandas como Auxili, Zoo, Smoking Souls…”, asiente Tur. “Y estamos en el principio de algo más grande”. Pero su parón no tiene que ver ni con la escena ni con los “'tempos' políticos”, subraya, sino que responde a una necesidad íntima. “Si subir al escenario se convierte en rutinario ya no vale la pena”, razona. Y no hay que buscarle los tres pies al gato. “Hay parones que forman parte de una estrategia: ‘ahora no lo decimos, pero dentro de un par de años volveremos con un disco’. No es nuestro caso: dentro de un tiempo nos reuniremos, sí, pero solo para valorar cómo nos sentimos y decidir si vale la pena o no retomar el grupo”.

Tras 12 años de trayectoria, lo que más reconforta a Kiko Tur son las confesiones de seguidores sobre cómo han influido las canciones de Aspencat en sus vidas. “Cuando me han dicho cosas como ‘yo estaba enfermo y vuestra música me ayudó a seguir adelante’. El cambio hacia una sociedad mejor se basa en estas cosas”, reflexiona en vísperas de su, quizá, último acto en Razzmatazz.