Negrísimo drama familiar

'Emilia', de Claudio Tolcachir, provoca impacto en el Lliure

Malena Alterio, Alfonso Lara y Gloria Muñoz, en una escena de 'Emilia'.

Malena Alterio, Alfonso Lara y Gloria Muñoz, en una escena de 'Emilia'.

JOSÉ CARLOS SORRIBES / BARCELONA

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Desde su deslumbrante aterrizaje en el festival Temporada Alta del 2007 con La omisión de la familia Coleman, Daniel Tolcachir se ha convertido en un habitual de la escena catalana y española. El dramaturgo, actor y director argentino presenta, hasta el domingo en el Lliure, la que es su obra más dura: Emilia. Los escasos momentos hilarantes son, esta vez, de los que hielan la sonrisa. Tolcachir dibuja con mano diestra un negro, negrísimo, asfixiante, drama familiar que provoca por igual sorpresa, impacto y desasosiego en el público. El amor no correspondido, el agradecimiento, la soledad, la culpa o la mentira son temas que se destilan a través de la poderosa escritora del autor bonaerense.

Emilia parte de una situación que de tan normal que es provoca desasosiego. Una vieja niñera (Gloria Muñoz) se reencuentra de forma casual, décadas después, con el niño al que cuidó en su infancia difícil y solitaria. El amor de Emilia fue su único consuelo. Walter (Alfonso Lara) forma hoy una familia con su lunática mujer Caro (Malena Alterio) y el adolescente Leo (David Castillo). Están de mudanza -como evidencia una magnífica escenografía- y la aparición de Emilia, que no encontrará el momento de marcharse, resulta algo inoportuna. Tolcachir, muy cómodo en entornos familiares, juega con las situaciones más tontas (bajar al súper o buscar un vaso de agua) para dejar huellas de un universo contaminado, lleno de secretos y en el que el amor que tanto se manifiesta no será tan ideal. Hay mar de fondo. Walter no ha dejado de ser el niño solitario y todo explotará en una sublime escena cuando aparece por la casa Gabriel (Daniel Grao), padre biológico de Leo. Emilia contempla sin decir ni mu -antes no callaba- cómo Walter está igual de desamparado, o más, que en su niñez.

El terrible final deja sin aliento en una obra en la que Tolcachir reitera su habilidad para dar relieve y profundidad a situaciones y personajes con la facilidad de los grandes dramaturgos. Eso sí, se toma su tiempo en el arranque de la obra y antes de desencadenar el clic que da paso al drama. Y dentro de un buen reparto, destacan Muñoz y Lara, quienes cargan con el peso de Emilia.