El objetivo

Elogio de la dignidad

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Al llegar a la última página del Quijote, cuando el caballero de la triste figura es Alonso Quijano el Bueno, puede quedar en el ánimo de muchos lectores que el objetivo final de la novela es redimirle de sus delirios y sanarle la razón después de ser vencido en Barcelona por el Caballero de la Blanca Luna.

«Es quizá un poco excesivo -piensa Rico-, pero está bien visto porque resume lo que en el fondo salva al personaje. Es anacrónico verlo como un personaje positivo, porque en realidad es ridículo, fracasa, libera a los galeotes y obra mal. Pero siempre hay en Don Quijote, incluso visto con los ojos autoritarios de la época, un residuo de bondad, de entusiasmo, de dignidad, que es lo que le salva siempre. Desde el primer momento se hace una lectura favorable del Quijote. Se equivocará, irá contra la ley, pero tiene siempre un punto de partida de ideales nobles, de bondad natural».

 

Esa dignidad en la empresa quijotesca aparece en los primeros versos del epitafio que Sansón Carrasco le dedica: «Yace aquí el hidalgo fuerte / que a tanto extremo llegó / de valiente, que se advierte / que la muerte no triunfó / de su vida con su muerte».