DESDE CHAMPOLLION HASTA LA FASCINACIÓN POR LOS JEROGLÍFICOS

En la lengua de Sinuhé

El egiptólogo Josep Cervelló dedica un completo ensayo a la escritura egipcia

Josep Cervelló, trabajando en la inscripción en un bloque de una tumba, en Saqqara. Abajo, la piedra de Rosetta..

Josep Cervelló, trabajando en la inscripción en un bloque de una tumba, en Saqqara. Abajo, la piedra de Rosetta..

ANNA ABELLA / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Corría 1809 y, antes de exclamar, 13 años después, su famoso «Je tiens l'affaire!» al descubrir cómo descifrar los jeroglíficos gracias a la trilingüe piedra de Rosetta, Jean-François Champollion le decía por carta a su hermano: «Para divertirme traduzco en copto todo lo que me viene a la cabeza; hablo copto solo (puesto que nadie me entendería)». Uno se puede imaginar a Josep Cervelló (Barcelona, 1961) haciendo lo propio con ese antiguo idioma egipcio, pero «no, no, no», confiesa sonriendo el egiptólogo y filólogo catalán: «Champollion era un monstruo. El copto, como lengua muerta, era posible aprenderla pero no fácil. En su época nadie sabía hablarla como lengua viva, solo él. Era un genio. Aprendió griego, latín, chino, copto, las lenguas semíticas... todos los lenguajes que podían ayudarle con los jeroglíficos. Se dejó la salud en ello y murió demasiado joven. Es mi héroe».

Cervelló acaba de publicar Escrituras, lengua y cultura en el Antiguo Egipto (El Espejo y la Lámpara) (Ediciones de la Universitat Autònoma de Barcelona), un exigente ensayo que, como le gusta decir a este profesor de Egiptología, incluye «todo lo que a usted le gustaría saber sobre la lengua y la escritura egipcias y no sabía dónde encontrar».

BIBLIOTECAS DE PAPIROS / Uno de sus propósitos para el futuro próximo es excavar en la necrópolis de Kom El-Khamasin, en Saqqara, donde ya dirigió en 1997 un equipo de la UAB. Por ello acaba de visitar Egipto, para iniciar los contactos con el Ministerio de Antigüedades egipcio, que vuelve a aceptar misiones extranjeras en la zona. «Nos gustaría poder excavarlo definitivamente, evitar nuevos expolios y recuperar piezas que permitan saber más del lugar».

El libro, con capítulos más accesibles y otros de nivel más académico, oculta perlas como ejemplos de pasión por los libros en época faraónica. Había gente que tenía auténticas bibliotecas de cajas llenas de rollos de papiro, como la hallada en una tumba anónima que incluía la primera mitad de la emblemática Historia de Sinuhé, uno de los primeros textos literarios de la historia. Sin embargo, Cervelló recuerda que solo el 1% de la población sabía leer y escribir. «El jeroglífico tenía una finalidad ritual, de manifestación de poder a través de lo visual más que para ser leído, ya que la mayoría no sabía hacerlo. Es como hoy: aunque la gente no los entiende queda fascinada ante ellos». Una fascinación que el egiptólogo atribuye a que es una escritura «criptográfica y pictográfica» y a su «carácter místico, religioso y misterioso, ya que aparece en tumbas, templos y pirámides».

El profesor, que se aventura a decir cómo sonaba el egipcio antiguo -«puede parecerse a una lengua semítica con sonidos africanos. Mezcla los sonidos guturales más árabes, con los más oclusivos y fuertes de las lenguas africanas»-, destaca que, en sus cuatro sistemas de escritura (jeroglífico, hierático, demótico y copto), es la única lengua documentada a lo largo de cinco milenios -«un egipcio del año 3.300 a. C. no se entendería con uno del 1.700 d. C. [cuando se extinguió el copto]»-. De la convivencia en el Sinaí de poblaciones semíticas con egipcios, continúa Cervelló, «nació nuestro sistema alfabético, cuando a un semita se le ocurrió usar un signo egipcio para representar cada consonante creando un sistema mucho más sencillo».

MESOPOTAMIA / No duda el historiador en rebatir que la escritura nació en Mesopotamia y que de allí irradió a Egipto. «En una tumba en Abidos se hallaron escrituras autóctonas  igual de antiguas. Eso demuestra que el egipcio y el mesopotámico eran sistemas autónomos e independientes que nacieron en el mismo momento».

¿La situación hoy del país? «Delicada. Hay zonas, en el desierto libio y el Sinaí, que el Gobierno no acaba de controlar. La gente de entre 30 y 40 años está muy desencantada. Aunque durante la revolución hubo robos en museos y almacenes, arqueológicamente ya no hay problemas, pero el turismo está parado y mucha gente vivía de él».