Gente corriente

Eduardo Hojman: "La escena de jazz en Barcelona es hiperfecunda"

Editor, traductor y periodista. Hablamos de jazz y las hojas de la libreta se me acaban.

«La escena de jazz en Barcelona es hiperfecunda»_MEDIA_1

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CATALINA GAYÀ

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-Hablemos de jazz. ¿Cuándo se cruza en su camino?

-Y no lo sé. A los 10, 11 años, empecé a escuchar a los Beatles. Leía mucho, y tuve la suerte de encontrarme con artículos periodísticos que me abrieron el panorama.

-Entiendo que en Buenos Aires.

-Sí, sí. [Silencio]. Hay dos episodios muy especiales. Uno, en Ámsterdam. Me fui de mochilero y paré en la casa de una chica. Ella tenía Kind of blue, de Miles Davis, en la casa. Un día lo escuché varias veces y me pareció muy interesante. Sigo pensando que es el disco ideal para empezar a escuchar jazz.

-¿Y el segundo episodio?

-Cuando era editor de ficción de Emecé, en Argentina, fui a la feria de Fráncfort. Una agente vio que estaba mirando con mucha atención un libro que se llamaba The playboy guide to jazz (La guía playboy del jazz). Esa mujer me regaló el libro aunque yo era editor de ficción y no podía editarlo.

-Hablamos de mediados de los 90.

-Sí, por esa época. Cuando llegué a Buenos Aires, convencí al editor de no ficción de Emecé no solo de que comprara el libro, sino de que me dejara hacer la traducción. El autor del libro se conmovió y consiguió que me invitaran al Festival de Jazz de Chicago.

-Es entonces cuando entró a formar parte de la Jazz Journalist Association. ¿Cómo ve la escena de jazz barcelonesa?

-Es buenísima; es de altísimo nivel. Decir esto en Argentina es como algo loco: «Ya no voy a ver a Keith Jarrett porque ya lo vi cinco veces». A Argentina, Keith Jarrett va una vez cada 30 años... Aquí pasan cosas impresionantes y los músicos locales son muy buenos: son capaces de acompañar a estos tipos. Luego, está el ayuntamiento con sus medidas de tratar de cerrar y anular todo lo que es la música en directo, algo que es lamentable. La política institucional es agresiva con el jazz y, mientras tanto, la escena del jazz es hiperfecunda.

-Ahora propone maridar jazz y vino. 

-Es un juego, es lúdico. Yo te diría que son dos placeres compatibles. Jugamos a que determinada pieza de jazz tiene unas características que se pueden asimilar a las del vino que escogemos. Yo elijo las piezas según cómo Isaac Fernández me describe el vino. Puede ser fresco, ligero, intenso, texturado, complejo...

-Y acaba de estar en la feria del libro de Argentina. ¿Sigue habiendo una relación especial entre Barcelona y la literatura latinoamericana?

-Es complicado. Hay una tendencia, no mayoritaria, pero sí en algunas editoriales de España que se empeñan en ver a América Latina como una sola cosa. Y América Latina no es una sola cosa: es un conglomerado de muchas realidades culturales distintas que no conviven sin conflicto.

-¿En qué sentido?

-En Argentina no pensamos en literatura latinoamericana. Y yo vi que en algunas editoriales españolas no lo entendían. Hay autores latinoamericanos que venden muy bien en el mundo hispanohablante, y a las editoriales que los tienen les va bien. Aun así, yo creo que hay bastante ignorancia mutua. Estamos hablando de cinco nombres, el resto no existe. No es fácil.

-Siga.

-Las políticas editoriales de las grandes casas editoriales españolas, que tienen casas importantes en América Latina, con respecto a la literatura de allí son erráticas... No está nada claro.

-¿Qué impresión se trajo ahora de Argentina?

-Vi una vitalidad y una mezcla de inocencia y romanticismo que los hace salir con mucha más fuerza hacia delante. Una de las palabras que guían la política editorial española ahora es el miedo.