El mercurio infiel

Hace 50 años que Dylan publicó el doble 'Blonde on blonde' y que fue llamado Judas, por traidor al folk, en un concierto en Manchester

Bob Dylan

Bob Dylan / periodico

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Hace 50 años, Bob Dylan elevaba el listón artístico del rock con el doble álbum ‘Blonde on blonde’ y hace 50 años alguien le gritaba "¡Judas!" por haber traicionado el espíritu del folk al colgarse una guitarra eléctrica y hacerse acompañar por The Hawks, la futura The Band. Un doble aniversario que coincide con la edición del nuevo disco del cantautor, ‘Fallen angels’, y que recuerda con fuerza su aura de icono cultural.

El 16 de mayo de 1966, este lunes se han cumplido cinco décadas, veía la luz ‘Blonde on blonde’, la obra que no solo reafirmaba la apuesta de Dylan por la electricidad y la banda de rock sino que expandía los límites del género como vehículo literario. Era la culminación de un tránsito iniciado con ‘Bringing it all back home’ y cuyo nudo se sitúa en otra obra esencial, ‘Highway 61 revisited’. Pero en ‘Blonde on blonde’, las canciones se hicieron más indómitas y oceánicas, con muestras de minutaje libre como ‘Visions of Johanna’ y ‘Stuck inside of mobile with the Memphis blues again’, portadoras del “sonido de mercurio salvaje” y de unos textos que situaban la narrativa del cantautor protesta ordinario en la fase preescolar.

 El trovador fascinado por Ramblin’ Jack Elliott y Woody Guthrie se había dejado contaminar por Elvis Presley, y eligió la emergente Nashville como base. Allí, con músicos locales, los miembros de The Band y el organista y guitarrista Al Kooper, construyó andamiajes sonoros y letras de canciones ricas en significados enigmáticos, muchas de ellas en torno a sus relaciones amorosas (a múltiples bandas). De la mano de las composiciones más caudalosas, y de arreglos que podían mirar a las ‘marching bands’ de Nueva Orleans y al blues, corrían estrofas de brillo pop como las de ‘I want you’ y ‘Just like a woman’.

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Los días en que se editó el disco los pasó Dylan en el Reino Unido, ofreciendo algunos de los conciertos más recordados y pirateados de su carrera. Muy en particular el del 17 de mayo, en el Free Trade Hall de Manchester. Tras interpretar ‘Ballad of a thin man’ se oyó un grito desde el fondo de la sala: “¡Judas!”. Revuelo y aplausos. “No te creo, ¡eres un mentiroso!”, replicó alzando el tono Dylan mientras comenzaba a rascar los primeros acordes de ‘Like a rolling stone’, y antes de pedir a sus músicos, provocador, que tocaran “jodidamente alto”. La voz acusadora había procedido de un estudiante, Keith Butler, contrariado por el voltaje eléctrico de la actuación.

La grabación se convirtió en uno de los discos ‘bootleg’ más míticos del rock, atribuido durante años, erróneamente, al londinense Royal Albert Hall. Hasta que, en 1998, Sony Music tuvo a bien publicarla por fin oficialmente con el irónico título de ‘The ‘Royal Albert Hall’ concert’. Testimonio de un tiempo en que los escándalos por razones artísticas aún eran posibles, y en que alguien podía tomarse un cambio estilístico como una ofensa personal.