EXPOSICIÓN DE PESO EN MONTJUÏC

La Miró juega al ajedrez con las vanguardias

El centro explica el arte de la primera mitad del siglo XX a través del tablero y de Duchamp

'Play it by trust', el ajedrez blanco de Yoko Ono que cierra la exposición.

'Play it by trust', el ajedrez blanco de Yoko Ono que cierra la exposición. / periodico

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"La muestra re\u00fane\u00a0","text":"73 piezas de, entre otros, Kandinsky, Calder, Klee, Delaunay, Ernst, Yoko Ono y Rodoreda"}}Marcel Duchamp (1887-1968) fue uno de los artistas más importantes de las vanguardias. Y fue también el que empezó con los procesos conceptuales que dieron lugar al arte contemporáneo. Ahí están sus 'ready-made': objetos cotidianos convertidos en objetos artísticos, con su famoso urinario (en realidad titulado 'La fuente', 1917) a la cabeza. Pero Duchamp fue también un gran aficionado, casi un obseso, del ajedrez. Tanto que su obituario en 'Le Figaro' se publicó en la sección dedicada a dicho juego. Antes, en 1923, había anunciado su retirada de la práctica artística para dedicarse al damero, cosa que hizo con bastante ahínco: llegó a tener el título de Maestro y fue seleccionado por el equipo nacional francés para participar en las olimpiadas de ajedrez que se celebraron en 1933. Acabó su vida reivindicando el juego en sí mismo como una forma de arte: "No todos los artistas son ajedrecistas, pero todos los ajedrecistas sí son artistas", afirmaba.

De manera que "si la vanguardia había culminado con Duchamp y Duchamp había terminado su vida jugando al ajedrez como una forma de arte, quizá es que el ajedrez estaba en el trasfondo de toda la vanguardia", afirma el historiador Manuel Segade. "Solo había que investigarlo". Y así lo hizo. El resultado es 'Duchamp, el ajedrez y las vanguardias', la exposición que comisaría en la Fundació Miró y que (desde el sábado y hasta el 22 de enero) exhibe, bajo el patrocinio de la Fundación BBVA, 73 piezas firmadas, entre otros, por Klee, Kandinsky, Delaunay, Calder, Ernst, Naguchi, Yoko Ono y el propio Duchamp con el objetivo de "explicar la historia de las vanguardias a través del filtro del ajedrez", apunta Segade.

DE LO RETINIANO A LO MENTAL

Hay un segundo hilo conductor, el que muestra cómo el ajedrez sirvió a Duchamp para encontrar el camino a una práctica artística más mental que retiniana en su idea de superar la creación tradicional a la par que burguesa. El mejor ejemplo es su obra, una referencia constante a dicho juego, desde 'La partida de ajedrez', una pieza posimpresionista de 1910 con el tema del ocio familiar de fondo y en la cual Duchamp pinta por primera vez un tablero, hasta su más conceptual obra póstuma 'Étan donnés', preparada para ser desvelada en público tras su muerte y cuya base es un suelo de damero. Principio y final de la creación del francés aunque no de la muestra, que termina con la aún más conceptual Yoko Ono.

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La artista japonesa aporta la más acabada metáfora ajedrecista de su época: 'Play it by trust', un ajedrez blanco, sin marca visual del rival y basado en la confianza mutua. Un estado de tablas permanente que hace referencia a la guerra fría. Antes, Duchamp había pasado el testigo de las vanguardias a lo contemporáneo con su última aparición pública: una 'performance' ajedrecística con John Cage. Y entre la posimpresionista 'La partida de ajedrez' y la conceptual Yoko Ono hay espacio para la presencia del tablero en todos los movimientos de vanguardia. Así, Jean Metzinger se autorretrata en una tela cubista jugando al ajedrez, mientras Ródchenko utiliza el juego políticamente, sustituyendo el blanco por el rojo en un tablero para obreros en una pieza constructivista. Los surrealistas también tienen su apartado, con Magritte, Ernst y Man Ray, los tres aficionados a los peones y alfiles, como máximos exponentes.

El ajedrez como arma (durante la segunda guerra mundial fue usado por los dos bandos en liza para hablar de la realidad del momento) y un homenaje a 'The imagery of chess', la exposición de 1944 en la que 32 artistas crearon tableros imposibles, son los otros espacios de la muestra que tiene a una sorprendente invitada: Mercè Rodoreda y su producción pictórica influenciada por Klee.