Duane Michals, fotógrafo, revolucionario y poeta

No es un fotógrafo al uso. No busca captar la realidad. Ni el "momento decisivo", ese instante suspendido en el tiempo capaz de resumir en una imagen toda una historia. Cosa que hacía la fotografía documental, la imperante en los años 50 y 60 cuando empezó. Es más. No le interesa aquello que ve sino aquello que no puede ver: la esencia de la existencia. Es Duane Michals (McKeesport, EEUU, 1932), fotógrafo de culto y revolucionario cuyo trabajo se cimenta en el principio "Cuando observas mis fotografías, estás observando mis pensamientos" y al cual la <strong>Fundación Mapfre</strong> le dedica una completa retrospectiva, hasta el 10 de septiembre, en la Casa Garriga i Nogués.

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"Cuando veo a una mujer llorar me pregunto por qué llora, cómo se siente realmente, qué emociones hay detrás de esas lagrimas. Entrar en su mundo, eso es lo que me interesa. Aunque las emociones son peligrosas porque son vagas y transitorias" reflexiona antes de afirmar que "la vida es una gran pregunta", de la que todavía no ha encontrado respuesta. Lo hace durante la presentación de la muestra, una exposición que recorre toda la trayectoria de este fotógrafo autodidacta que empezó a disparar casi por casualidad y que sigue en activo a sus 85 años.

IRONÍA Y HUMOR

"Ahora estoy trabajando en una exposición contra Donald Trump, personaje que odio. Esta es mi nueva frontera: atacar a Trump tanto como pueda y dejar de ser una persona educada en este sentido", explica sin perder el humor y la ironía, dos de los rasgos más característicos de su trabajo junto con la innovación. Mejor, innovaciones. Son muchas las que ha hecho en toda su carrera, entre ellas las secuencias y los foto-textos. Con las primeras, las que más fama le han dado, superó la imagen única mostrando el antes y el después de la realidad fotografiada: "Lo hice por frustración con la fotografía fija", apunta.

La secuencia le dio movimiento a la imagen y el texto le puso voz. Y ambas cosas lo liberaron de la tiranía del momento: "Amplié el instante decisivo a seis o siete instantes", sostiene. Y dio al traste con aquello de que una imagen vale más que mil palabras. El atrevimiento no gustó a sus colegas, conocida es la anécdota protagonizada por Garry Winogrand cuando huyó de la primera exposición de Michals, en 1963, al grito de "¡Esto no es fotografía!". Rechazo que a él le dio igual. El hecho de ser un 'outsider', de no haber estudiado nunca fotografía, le ha dado libertad y le ha permitido alejarse de las prácticas habituales.

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El humor y la ironía le dan ritmo a sus imágenes, y digestión. Hace más ligeros y comprensibles los complejos conceptos que aborda, temas que van de lo existencial a lo político pasando por la metafísica y la espiritualidad. Ahí están la vida y la muerte, la condición humana, la sociedad, el racismo, la emancipación de la mujer, la homosexualidad, la religión y la guerra, además de su propia historia y el mercado del arte. Este último concepto tratado con una ironía hilarante presente ya en el título de la serie: 'De cómo la fotografía perdió su virginidad camino del banco'.

HÉROES PINTORES

El tema tiene apartado propio en una muestra que acaba con 15 cortos de cine, su trabajo más reciente y empieza con dos declaraciones: "Estas son las fotos que cambiaron mi vida", que luce junto a las imágenes que tomó con una cámara prestada durante su primer viaje al extranjero, a la URSS en 1958. Y "Estos son mis héroes", máxima escrita junto a retratos de Magritte, Balthus y De Chirico, los artistas que más le han influido junto a su colega, también presente, Eugène Atget. Y es que Michals es fotógrafo, sí, pero su creación va mucho más allá: “Es un artista de vanguardia que utiliza todos los lenguajes posibles. Su arte cruza la poesía, la filosofía, la literatura y el cine. Para Michaels no hay disciplinas separadas, para él la palabra clave es expresión, si esta es verdaderamente autentica, se convierte en arte". Palabra de Enrica Viganó, comisaria de la exposición.