El 'dream team' de Gelabert

El prestigioso bailarín estrenará en el TNC, el próximo día 22, 'Foot-ball', una obra que convierte en danza el tiki-taka del Barça

Este es, en efecto, el 'dream team' de Cesc Geñater. De pie, Anna Hierro, Luis Pedraza, Gelabert, Virginia Gimeno, Lluc Fruitós y Alberto Pineda. Sobre el escenario, Lorena Nogaly Daniel Corrales.

Este es, en efecto, el 'dream team' de Cesc Geñater. De pie, Anna Hierro, Luis Pedraza, Gelabert, Virginia Gimeno, Lluc Fruitós y Alberto Pineda. Sobre el escenario, Lorena Nogaly Daniel Corrales.

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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En el patio grande de los Sagrados Corazones de avenida de Vallvidrera, 10, era poco menos que invencible. Cuando éramos impares, el que sobraba siempre se lo daban al equipo rival de Cesc Gelabert, pues todos sabíamos que, incluso con uno menos, nos iba a apalizar. Era bueno, muy bueno, buenísimo, jugando a fútbol. Pero... pero cuando tuvo que decidirse entre el balompie y el baile, por más contemporáneo, moderno, extraño, original, único y poco comercial que fuese, eligió la danza, hasta convertirse en uno de los pocos bailarines y coreógrafos españoles que figuran en The Concise Oxford Dictionary of Dance.

Finalmente Gelabert, siempre en compañía de la encantadora Lydia Azzopardi, ha podido cumplir una ilusión, más que un sueño, y juntar, unir, mezclar, escenificar, combinar, aunar, bailar, fundir fútbol y danza. Hace muchos, demasiados, años que Gelabert (Barcelona, 1953), socio del Barça, casi, casi, desde que nació (tiene el número 6.242, increíblemente bajo, no si se conoce su pasión por el Barça y su tiki-taka) le daba vueltas a la posibilidad de reflejar sobre el escenario aquello que Ronaldinho, Messi, Xavi, Iniesta y compañía escenificaban en el césped.

Un proyecto muy culé

Y, al final, con la ayuda del propio Barça (mucho ha tenido que ver Carles Vilarrubí), de Mediapro (a Jaume Roures le encantó la idea desde el primer momento) y el Teatre Nacional de Catalunya (TNC), Gelabert ha seleccionado una serie de jugadas, gestos, mimos, pasajes, quiebros, cintas, driblings, goles y cánticos azulgranas para replicarlos, a su manera, sobre el escenario, mientras el espectador visiona, en grandes pantallas de video, no solo la jugada original, sino también imágenes, fragmentos, trozos, acciones, grabadas y tratadas en video por el director Jordi Morató, que ha contado con la colaboración de Isaki Lacuesta, otro genio del video.

Fútbol y danza

«Pier Paolo Pasolini decía que el fútbol es un lenguaje en el que los jugadores escriben los signos con su cuerpo y los espectadores los descifran», explica el propio Gelabert en un pequeño descanso de la grabación de distintos pasajes del espectáculo Foot-ball, que estrenará, el próximo 22 de enero (¡solo habrá nueve sesiones!) en el TNC. «Fútbol y danza son dos de los principales lenguajes no verbales de nuestra cultura y nosotros lo que hemos intentado es establecer un diálogo entre la capacidad expresiva y la naturaleza poética de estas dos manifestaciones escénicas. La coreografía es a la danza como la estrategia al fútbol».

Foot-ball, que encantará a los futboleros y asombrará a los amantes del baile, la danza y la improvisación, es la ocasión ideal para ver a un equipo de bailarines, original, desenfadada y divertidamente vestidos por Azzopardi, que juegan a descodificar, coreográficamente, algunas de las mejores jugadas del Barça, recreadas documentalmente por la mirada de Morató y Gelabert.

Defensas espectaculares

Está, como no, el fabuloso y mundialmente admirado gol de Messi al Getafe, aquel increíble y memorable eslalom maradoniano. Hay cabriolas, quiebros, silencios y regates de Iniesta. Pausas de Xavi. Saltos, despejes y remates desmelenados de Puyol. Electrizantes carreras de Pedro. En los ensayos, Gelabert pide, siempre con pausa, con exquisitez, con delicada educación, casi ruega, a sus bailarines que se metan en la piel de los futbolistas que representan e, incluso, a los defensas del Getafe les pide que actúen con disciplina y agresividad, que se lancen por el escenario-césped con intención de interrumpir la cabalgada de Messi.

Y, cuando la jugada lo requiere, cuando de lo que se trata es de bajar con el pie en alto, a lo Xavi, a lo Iniesta, a lo Ronnie, un balón que cae del cielo con nieve y se posa bellísima y pausadamente en el borceguí del bailarín, Gelabert exige la elegancia que se intuye en el danzarín vestido con corbata por Azzopardi, para dar idea de la plasticidad de la acción futbolística y aumentar su belleza.

Adoración por Cruyff

Gelabert no lo cuenta, pero él adoraba la manera de jugar de Johan Cruyff, pero no hay demasiado material (bueno, excelente, de calidad) como para hacer el espectáculo con el fútbol, la elegancia, el ritmo, la fragilidad y belleza que ejecutaba el flacoel profeta del gol, curiosamente gran amigo de Roures. Así que el artista se ha tenido que conformar con el fútbol diabólico del Barça de los últimos años. «Se diría que, desde que nací, tengo un pie en cada mundo, uno en la danza y otro en el fútbol», explica Gelabert, cuya carrera como bailarín se asemeja a la carrera futbolística de Guardiola. ¿Xavi?, «Xavi me parece el menos bailarín y más coreógrafo de todos. Siempre sabe dónde se encuentra y esa es la labor más complicada. La perspectiva coreográfica de Xavi hace que, en todo momento, sea capaz de saber qué está pasando alrededor suyo, de ahí que su prodigiosa colocación».

Admira, como no, a Iniesta. «Es el más bailarín de todos, por su forma de mantener la distancia y genial posicionamiento». Por supuesto, Gelabert, solo agresivo y espectacular cuando lo requiere la representación, siente debilidad plástica por el ímpetu que poseía Puyol y su leonina melena al viento. «Puyol era pura danza atlética y oficio de anticipación». Y Gelabert no se resiste a hablar de Messi. «Leo, que es bípedo, es tan prodigioso con el balón en los pies que es capaz de correr controlando la pelota, dándole pausados y orientados golpecitos y, a la vez, ¡piénselo bien!, a la vez, sortear, driblar a futbolistas que intentan arrebatarle, como sea, el cuero. Lo prodigioso de Messi es que es capaz de hacer todo eso con el balón en sus pies mucho más deprisa que unos tíos que van a su caza sin llevar entre sus pies el balón. Y, sin embargo, ni lo pillan, ni lo atrapan, ni le quitan el esférico, ni le hacen caer. Esa es una operación psicofísica idéntica a la que hace un bailarín para resolver combinaciones muy complejas».

Maldita crisis

A Gelabert le duele que el mundo, la sociedad, los gobiernos, España, el país entero, haya dañado la posibilidad de hacer crecer la cultura. «La crisis nos ha dañado tanto, tanto, que me encantaría ser tan famoso como Messi para poder influir con las cosas que digo y hago para empujar esto hacia un gran cambio». Y vuelve a Leo, claro: «Una de las principales cosas en común entre fútbol y danza es el equilibrio supremo sobre una sola pierna, para lograr estética en el baile y, en el fútbol, el tiempo acertado para controlar el balón».

Mientras Azzopardi retoca los ropajes de los siete bailarines de Foot-ball, Morató negocia los planos con sus cámaras y la música, compuesta por Borja Ramos, resuena en el improvisado escenario, Gelabert reconoce que su deseo es «entrar en el movimiento del fútbol y convertir el juego en una lente de aumento para que el público se apasione por el ritmo, por la acción». Es evidente que Gelabert y su dream team no tienen intención alguna de reproducir sobre el escenario lo que hacen los futbolistas «pues es imposible hacerlo mejor que ellos». Lo que quieren, y logran de forma originalísima, es escenificar, a su manera, determinadas acciones. «Lo que hacen Messi, Iniesta, Xavi, Ronaldinho, Neymar es de una complejidad rítmica muy similar a cualquier baile nuestro».

El Barça actual

«El mejor Barça es una auténtica danza coreográfica única, magnífica, inimitable», señala Gelabert, mientras Azzopardi, discreta, atenta a todo y todos, añade en mitad del silencio: «Los movimientos y acciones que hacen los futbolistas son prodigiosos y de una psicomotricidad idéntica a la de los bailarines. Es impresionante, pese a que ellos, los futbolistas, no se dan cuenta de la dificultad de sus acciones, de sus gestos, de sus quiebros, porque lo hacen de forma intuitiva».

La grabación ha terminado. Mientras todos recogen todo (la crisis ha reducido hasta la mínima expresión los equipos), Gelabert, que ha dado un par de giros en el aire, no quiere despedirse sin lanzar su pronóstico sobre el actual Barça: «El Barça actual, y menos con Luis Enrique al frente, no tiene un problema físico, sino la dificultad de luchar contra una excelencia que no volverá. Es, pues, un problema psicológico, más de bailarín que de futbolista».