CRÓNICA

Dos leyendas con espíritu juvenil

Kremer y Argerich deslumbran en Palau 100

CÉSAR LÓPEZ ROSELL
BARCELONA

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Una buena decisión. Con el aval del éxito del concierto del ciclo de cámara de la pasada temporada, Palau 100 invitó de nuevo a la legendaria pareja musical. Y Gidon Kremer y Martha Argerich volvieron a entusiasmar con el respaldo de la fresca y enérgica Kemerata Baltica formada, con intención pedagógica, por jóvenes valores de Estonia, Letonia y Lituania e impulsada por el magistral violinista de Riga.

Contagiados por la entrega de la que ya es una de las más reconocidas formaciones de cámara, Kremer y Argerich parecieron sentirse tan jóvenes de espíritu como ellos y desgranaron, desde sus diferentes concepciones sonoras, lo mejor de su incuestionable talento. El resultado fue un gran concierto en una semana que ha contado también con el magnífico precedente del paso por el mismo ciclo de la prestigiosa Budapest Festival Orquesta.

El programa incorporó una pequeña joya de Raskatov, para violín y cuerda orquestal, que esboza una mirada del autor ruso sobre Mozart. Kremer, con su violín Nicola Amani, calentó motores para meterse de lleno en la versión de Kissine del Rondo a capriccio de Beethoven, llena de divertido virtuosismo y espectacularidad. La pianista argentina deslumbró con el Concierto para piano y orquesta número 2 del genio de Bonn, ofreciendo un extravertido y brillante despliegue sobre el teclado que entusiasmó a la sala hasta el punto de verse obligada a ofrecer un una propina.

La Kemerata mostró todo su potencial con una exquisita lectura del Divertimento para orquesta de cuerda de Béla Bartók. La equilibrada interpretación no exenta de espontaneidad de esta obra que juega con la tensión y la distensión, mereció las aclamaciones recibidas. El remate final, con la versión para violín, piano y cuerdas del Concierto en do mayor, KV 299 de Mozart, puso de relieve la compenetración de las dos estrellas impecablemente respaldadas por la formación de cámara. Genial.