Dos caras de la OBC con Masaaki Suzuki

El maestro japonés dirige con diferentes resultados a la orquesta en obras de Stravinsky y Mozart

El director de orquesta Masaaki Suzuki

El director de orquesta Masaaki Suzuki / periodico

CÉSAR LÓPEZ ROSELL / BARCELONA

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La temporada regular de la OBC está tocando a su fin. El próximo fin de semana Pablo González dirigirá, con la 'Novena' de Mahler, su último concierto como titular de la formación antes de que el japonés Kazushi Ono le releve en el cargo. Complementarán el curso 'Te toca ti' (12 de junio), un proyecto en el que la música actúa como instrumento de integración social, la gala 'Anna Netrebko & friends' (13 de julio, en el Palau) y 'The artist' (17 y 18 de julio), proyección del filme con interpretación en directo de la banda sonora. La actuación de la orquesta, desde el viernes al domingo pasados, con un programa de Stravinsky y Mozart ha sido un escalón más dentro uno de los ejercicios más completos de la sinfónica barcelonesa.

La presencia de Masaaki Suzuki, director, organista y clavecinista, al frente de una OBC reducida de efectivos por las características de la propuesta ha servido para mantener el tono general aunque con mejores resultados con Mozart. El maestro y fundador ¡en Japón! de Bach Collegium, una formación con instrumentos históricos y que se ha hecho un hueco en el mundo de la música antigua, abordó con meticuloso detallismo un repertorio en el que se ha especializado casi en igual medida que lo ha hecho con Bach, aunque sin el brillo de sus aportaciones barrocas.

Su primer reto fue enfrentarse a la partitura del ballet 'Pulcinella', compuesta por Stravinsky a partir de músicas de Pergolesi. Abordó la pieza, que en su día le encargara Diaghilev al compositor ruso, con la colaboración de un trío de solistas vocales, integrado por Marta Almajano, solvente especialista en música barroca de limitada proyección, el tenor Nicholas Phan y el barítono José Antonio López. En esta pieza faltó cohesión y riqueza de contrastes con los cantantes, sobrepasados por el volumen orquestal, problema que afectó especialmente a la soprano.

El remate de la velada con la 'Sinfonía número 40', penúltima de Mozart, cuya lectura complació a un público familiarizado con la pieza. Fue estimulante el arranque con su popularísimo tema inicial y, desde esta base, los restantes tres movimientos reflejaron con sabia ligereza el equilibrio entre la serenidad y lo sombrío, la pasión y el dolor expresados por el genio de Salzburgo. Todo lo que en suma dictaba el drama personal del autor en el momento de escribirla.