LA 67ª EDICIÓN DEL CERTAMEN ALEMÁN

La Berlinale empieza desafinando

'Django', ópera prima de Étienne Comar, aburre en su acercamiento a la figura del genial guitarrista gitano

Étienne Comar, Cécile de France y Reda Kateb, en la presentación de 'Django' en la Berlinale.

Étienne Comar, Cécile de France y Reda Kateb, en la presentación de 'Django' en la Berlinale. / periodico

Nando Salvà

Nando Salvà

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La palabra genio suele manejarse con ligereza al hablar de artistas, pero a Django Reinhardt le encaja como un guante. El guitarrista belga es uno de los grandes innovadores de la historia de la música: en los años 30 creó el estilo hoy conocido como gipsy jazz, y lo hizo superando barreras tan imponentes como su origen gitano y el accidente que le dejó media mano izquierda paralizada. Considerando que además llevó una vida atribulada, podría decirse que es prácticamente imposible hacer sobre él una película aburrida. Vista así, la película con la que este jueves se ha abierto la BerlinaleBerlinale tiene mérito. Dudoso, sí, pero mérito al fin y al cabo.

Es comprensible, conste, que los responsables del certamen escogieran 'Django' como película inaugural. Está ambientada en medio del nazismo -un tema que a la Berlinale le chifla- y además plantea conflictos plenamente relevantes. “Habla de la persecución que sufrieron los gitanos por parte de Hitler, y vivimos en un mundo lleno de gente a la que se proscribe y se margina”, explicaba hoy Étienne Comar, que con 'Django' debuta tras la cámara. Es posible que el festival hiciera primar esos factores por encima de la calidad artística a la hora de escogerla como apertura. La otra posibilidad, que no encontraran nada mejor, es preferible ni planteársela.

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Django no es un 'biopic' al uso. No trata de documentar al detalle la evolución biográfica de Reinhadt sino que se centra en dos años de su vida, entre 1943 y 1945, para retratar su toma de conciencia respecto a los abusos sufridos por su etnia. Esa concreción permite al filme esquivar el tipo de clichés narrativos que en su día lastraron 'Ray', 'En la cuerda floja' y otras ficciones sobre músicos. Es un logro pírrico, eso sí, en tanto que Comar es incapaz de encontrar formas alternativas de generar tensión dramática. Si 'Django' fuera música, se parecería menos a las composiciones de su héroe -auténticos torrentes de emociones- que a la monótona música de ascensor.

Asimismo, hasta que su tercer acto amplifica de forma postiza y atropellada el volumen de las emociones y el de los gritos de los oficiales de las SS, la película apenas dota a sus villanos de capacidad de amenaza. El cine suele cometer el error de retratar a los nazis como caricaturescas encarnaciones del mal puro, pero el pecado de 'Django' es aún más grave: los hace parecer inocuos. A lo largo del relato sabemos lo mal que se lo hacen pasar a Reinhardt más porque los diálogos nos lo repiten que porque lo que sucede en pantalla así lo demuestre. Y también al fijarse en la música misma peca 'Django' de simplista: cuestiones como dónde radica el genio del guitarrista y la interacción entre sus vivencias y su arte son apenas esbozadas. Unos minutos de paseo por Google y Youyube resultan mucho más ilustrativos al respecto, y menos tediosos.

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"Verhoeven, al frente de un jurado comprometido","text":"\"Esperamos encontrar diversidad, coraje, filmes que levanten controversia y sobre los que podamos discutir intensamente\", ha asegurado\u00a0el director holand\u00e9s Paul Verhoeven, presidente del jurado que este a\u00f1o decidir\u00e1 el palmar\u00e9s del certamen. Junto a \u00e9l lo integran las actrices Maggie Gyllenhaal y Julia Jentsch, el director Wang Quan'an, la productora Dora Bouchoucha Fourati, el artista Olafur Eliasson\u00a0y el actor mexicano Diego Luna. \u201cEspero aprender de Berl\u00edn la experiencia de sus ciudadanos en derribar barreras\u201d, ha afirmado Luna en alusi\u00f3n tanto al muro que dividi\u00f3 la ciudad durante la guerra fr\u00eda como al que Donald Trump pretende construir."}}