'Divino' Maspons

Lor at praest min et utet praesto dunt lorpero od dit ipismolore tetue

Lor at praest min et utet praesto dunt lorpero od dit ipismolore tetue

ELENA HEVIA
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Junto a Xavier Miserachs y Colita -que aprendió mucho junto a él-,Oriol Maspons(Barcelona, 1928) formó algo así como la santísima trinidad de lafotografíade posguerra catalana. Pero santidad es una palabra que no cuadra con el afán vividor, caótico, apasionado, provocador e iconoclasta de Maspons que ayer falleció en la Clínica Plató de Barcelona a los 84 años. Sus fotografías engrosan los fondos de la Biblioteca Nacional de París y del Museo de Arte Moderno de Nueva York.

Es difícil, con mentalidad de siglo XXI, hacerse una idea de lo que supuso de renovación lacámarade Maspons que supo acuñar para el recuerdo el choque violento entre la cutre posguerra y el glamur creciente de la modernidad de los 60. Con la 'gauche divine' y Bocaccio como principales estandartes. No es de extrañar que una de las primeras imágenes que captó tras anunciar a su familia que se iba a dedicar a ser fotógrafo -a su madre la decisión le sentó fatal- fuera la de un guardia civil en el Cadaqués ya bohemio de principios de los 50. Le había picado el gusanillo al contemplar las fotografías de Català-Roca, de quien se convirtió en una especie de seguidor como cronista barcelonés, pero con una mayor subjetividad en la intención. Acabó de redondear su vocación con una -por entonces obligada- estancia en París siguiendo las huellas de Cartier Bresson.

En 1953 se desplazó a Eivissa y si no fue el primero que captó un biquini en aguas españolas así queda para la historia. En la isla demostró su particular habilidad para 'épater le bourgois': bajo una pintada que negaba el nudismo retrató a una estilizada rubia abierta de piernas y tan solo calzada con unas botas blancas. Vamos que se ganó a pulso que le echaran con cajas destempladas de la formal Agrupación Fotográfica de Cataluña. Corría el 1958.

Los hippies de Maspons eran ricos y bebían champán, como después haría la pijería de Bocaccio, de la que él se sentía uno más. «Yo estaba situado en el sector crítico-ideológico». Una noche de locura se tatuó en el pecho el cocodrilo de Lacoste: «Porque así me sentía más vestido en las playas nudistas».

No es extraño que con su amor por la gente y las mujeres hermosas fuera, con su amigo y compinche Julio Ubiña, uno de los fotógrafos más solicitados en el pujante negocio de la moda de los 60 y 70. Teresa Gimpera, Romi, Serena Vergano se pusieron a tiro de su objetivo y él añadió a sus imágenes languidez, sexualidad y modernidad que parecían directamente extraídas del 'Swinging London'. Colgado de la «oreja de la cultura» como él decía captó a Salvador Dalí, Tàpies o Tete Montoliu en retratos sobresalientes. Pero también era capaz de fijarse en la realidad más desnuda, como las barracas del Somorrostro, las chabolas del Carmel, la Barcelona ya para siempre en blanco y negro...

Pero hizo de todo, acompañó durante ocho años a Luis Cantero en 'Intervíu' levantando acta fotográfica de sus punzantes reportajes y acuñó para Carlos Barral algunas de las portadas de Seix Barral más memorables como la de 'La ciudad y los perros' de Vargas Llosa y 'Últimas tardes con Teresa' de Juan Marsé.

ENAMORADO DE LOS PERROS / En los últimos tiempos, siempre acompañado de sus queridos perros -era un amante de los terriers escoceses a los que fotografió con más amor que a sus modelos femeninas- solía echar pestes de la fotografía digital que mató -decía- la magia de la espera en la cámara oscura.

Hace tres años, con la polémica venta del archivo Centelles como telón de fondo, Maspons decidió depositar 1.500 fotografías sobre papel en el Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC). Ahora el museo anuncia su intención de ir más allá de aquel convenio y hacer que las imágenes formen parte de sus fondos. También anuncian una retrospectiva para el 2015.