comedia

'Díos mío, ¿pero qué te hemos hecho?', todo por la pasta

Díos mío, ¿pero qué te hemos hecho? Todo por la pasta_MEDIA_2

Díos mío, ¿pero qué te hemos hecho? Todo por la pasta_MEDIA_2

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Philippe de Chauveron

El éxito de Bienvenidos al norte (2008) e Intocable (2011) conllevó la confirmación de un nuevo subgénero en el que esta película se acomoda: la comedia francesa de chistes basados en estereotipos de raza y procedencia. En concreto, Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho? pretende explotar diversos clichés racistas para meditar sobre lo absurda e irracional que la xenofobia resulta en la Francia multicultural, y lo necesaria que es la convivencia contra el auge de la extrema derecha.

En todo caso, la película sacrifica todo tipo de hondura en pos del humor facilón; la apuesta no es generar debate sino reventar la taquilla. Y quizá sea por eso que cae en una flagrante hipocresía. En su búsqueda de la risa a cualquier precio adopta las mismas actitudes xenófobas que dice criticar. Por un lado, retratando a un hombre chino, a uno judío, a uno árabe y a uno negro simplemente como El chino, El judío, El árabe y El negro. Por otro, recurriendo a una retahíla de chistes racistas que, eso sí, pone en boca de precisamente esas minorías, para que podamos reírnos de ellas sin sentirnos culpables.

Por último, también el mensaje integrador de Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho? tiene trampa: esa integración no se logra venciendo los estereotipos sino más bien normalizándolos. Es decir, el protagonista no aprende a aceptar a sus yernos porque deje de ser racista, sino porque comprende que ellos son tan racistas como él. Y, además, no resuelve la gran duda: ¿qué pasaría si los novios no fueran pijos sino unos albañiles? NANDO SALVÀ