Un deslumbrante 'Otello'

CRÓNICA El teatral montaje de Paco Azorín de la ópera de Verdi cautiva a Peralada

Gregory Kunde (derecha) y Eva-Maria Westbroek, en una escena del 'Otello' dirigido por Paco Azorín en Peralada.

Gregory Kunde (derecha) y Eva-Maria Westbroek, en una escena del 'Otello' dirigido por Paco Azorín en Peralada.

CÉSAR LÓPEZ ROSELL / PERALADA

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Reto superado. Otello, la propuesta más ambiciosa de verano musical catalán, cautivó la noche del sábado al público de Peralada. El montaje de Paco Azorín de la ópera de Verdi, lleno de carga psicológica y sentido teatral shakesperiano, unido a la dirección musical de Ricardo Frizza al frente de la orquesta y el coro del Liceu y a las interpretaciones de un lujoso reparto hizo que se salvara con creces el riesgo asumido por el festival ampurdanés con la puesta en escena de este incisivo drama de amor, celos y traición.

Pocas veces se da una conjunción de elementos tan equilibrada como la de esta producción de la muestra catalana. Gran parte del mérito del rotundo éxito conseguido reside en una concepción dramatúrgica que potencia el perfil de los personajes y los lleva más allá de los tópicos al uso sobre ellos. Azorín, en el que es su mejor trabajo en la ópera, ha logrado que los protagonistas se conviertan en cómplices de un ideario que acentúa aquellos matices que en otros montajes pasan inadvertidos.

LA ALARGADA SOMBRA DE YAGO

Así, la sombra de Yago es aquí mucho más alargada. Encarnado magistralmente por Carlos Álvarez, es el maestro de ceremonias de la función. Dirige, manda, manipula y mueve los hilos de los otros intérpretes. La fuerza de su figura empieza a proyectarse cuando aparece en escena antes de empezar la representación para introducirla y evidenciar la importancia de su rol. Peinado con una cresta y vestido como un chulesco motorista cumple su misión de inocular el veneno de los celos al moro Otello. Su inquietante imagen está siempre presente en escena. En gran estado de forma vocal (imponente su Credo), la suya fue una actuación colosal tanto en la creíble faceta de actor como en la de cantante.

De Gregory Kunde hay que alabar tanto su impecable línea de canto como su gran presencia escénica. El tenor compone un Otello carcomido por las dudas, que viaja de la idealista bonhomía del enamorado a la figura de cruel ejecutor de la violencia de género. Magnífico durante toda la función, lució en el dúo amoroso, en las duras escenas de la asfixia de su amada y en el suicidio que corona su autodestrucción.

Eva-Maria Westbroek fue de menos a más para acabar convirtiéndose en una atormentada Desdémona siempre vestida de blanco, cromático elemento visual para realzar su pureza. Su ágil despliegue vocal, con luminosos agudos, conquistó al auditorio. Estuvo brillante en el Ave Maria, la Canción del salze y en la dramática y bellamente encuadrada escena en el lecho de muerte.

La orquesta del Liceu, muy atenta a los cantantes, se mostró algo cohibida al principio pero mejoró en la conclusión. El coro volvió a responder con solvencia tanto en su participación en las coreografías de acción como en las intervenciones conjuntas. La escenografía subrayó los momentos más impactantes del drama con cuidados detalles llenos de simbología. La proyección constante de imágenes del mar y las de las tormentas potencian el concepto de la insularidad. La aparición de nubarrones y de vídeos del cielo rojo reflejan los momentos de duda e ira del protagonista y los dibujos de ecuaciones realzan situaciones del proceso de los personajes. La estructura con móviles muros en forma descendente son una alusión a la caída de Otello en esta inteligente propuesta. Hay que destacar también la eficaz complementariedad de un vestuario atemporal al servicio del perfil de los protagonistas.

MÁS ALLÁ

Sin duda, un hito para la historia de Peralada, en cuyo festival habrá siempre un antes y un después de su esfuerzo en esta producción con elementos del montaje construidos en talleres del Empordà. Pero para que el éxito no sea flor de un día habrá que conseguir que su recorrido vaya más allá del ya comprometido Macerata Festival y por ello no estaría de menos que las instituciones colaboraran en este impulso.

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