Un desequilibrado 'Nabucco'

CRÓNICA La orquesta y el coro sostuvieron en el Liceu el montaje de la ópera de Verdi

El coro entonando el célebre 'Va pensiero' de 'Nabucco' en el Liceu.

El coro entonando el célebre 'Va pensiero' de 'Nabucco' en el Liceu.

CÉSAR LÓPEZ ROSELL / BARCELONA

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Agitado inicio de temporada, la noche del miércoles, en el Liceu con un Nabucco que no acabó de cumplir las expectativas. El montaje de la ópera de Verdi a cargo de Daniele Abbado, ambientado los años del genocidio judío en el pasado siglo XX, careció de tensión dramática y dejó en manos de los intérpretes la sostenibilidad del desequilibrado espectáculo.

Por fortuna la dirección musical del israelí Daniel Oren y la brillante actuación del coro de la casa, en el debut oficial de Conxita Garcia como directora titular, mantuvieron el tono de una producción en la que los protagonistas no alcanzaron el nivel que exigen sus roles. Faltó además un trabajo dramatúrgico que contribuyera a dibujar el perfil de unos personajes incapaces de transmitir la emoción del relato.

El estaticismo y la ausencia de ligazón entre los intérpretes lastraron el resultado de esta producción. La puesta en escena se nutre de recursos como los vídeos para ayudar a discernir lo humano de lo místico, el simbolismo de las esculturas de estilo furero de los dioses, un vestuario de la época de la ambientación y una buena iluminación que demostró su eficacia  en escenas corales de gran efectividad visual.

El espectador prescindió de sugeridas subtramas y siguió desde su imaginario el relato bíblico que narra la destrucción del templo de Jerusalén por parte del Nabucodonosor y el éxodo del pueblo hebreo. La batuta de Oren llevó a la orquesta a su mejor nivel y contribuyó a este seguimiento. Atentos a la cohesión con los cantantes y la coral, los músicos exhibieron una sonoridad homogénea y llena de contrastes. Por su parte, la formación de Garcia premió a la sala con un aclamado bis del popular Va pensiero, libertario coro de los esclavos.

Ambroggio Maestri (Nabucco) no estuvo a la altura de sus roles en Falstaff, 'Tosca' y, sobre todo, L'elisir d'amore. Tuvo dificultades para proyectar, vocal y dramáticamente, el aura de su personaje. Su actuación fue irregular y le costó llegar entero al final de su agotador papel.

De menos a más

Martina Serafin (Abigaille), recordada intérprete de la Mariscala de El caballero de la rosa o de Tosca, también sufrió las dificultades de su endiablado personaje. Fue de menos a más, administrando fuerzas,  y así llegó a sus mejores prestaciones en el aria final. No consiguió trasladar la violencia de los rasgos de su carácter y la química del dúo con Nabucco. Del resto del reparto destacó la Fenene de Marianna Pizzolato, pero Vitalij Kowaljow (Zaccaria) y Roberto de Biasio (Ismaele) no pasaron de la discreción.

Velada politizada

Antes de la función, trabajadores del Liceu se manifestaron en la calle reclamando el cumplimiento de compromisos pactados. Dentro del teatro, la presencia de Artur Mas en el palco fue recibida con el grito de «Visca el president! que lanzó un espontáneo. Buena parte de la sala le aplaudió, aunque se produjo la réplica de otro espectador, acusando de «Pilota!» al anterior manifestante en una noche con pleno de políticos de distinto signo.

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