UN NUEVO CENTRO DEDICADO AL ARTE

Desembarco de color

La Fundación Mapfre inaugura su sala de exposiciones de Barcelona con nombres populares como Van Gogh, Gauguin, Derain y Matisse

Estrellas 8El autorretrato de Van Gogh es una de las obras maestras que lucen en la exposición.

Estrellas 8El autorretrato de Van Gogh es una de las obras maestras que lucen en la exposición.

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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Pisando fuerte, con una propuesta de las que gustan al público y atraen multitudes: 72 piezas firmadas con nombres tan potentes como Van Gogh, Gauguin, Seurat, Cezánne, Derain y Matisse, con entrada gratuita y en el centro de la ciudad. Así se instala la Fundación Mapfre en Barcelona. Un anhelo perseguido durante años por la institución madrileña y que el cierre de la Fundación Godia antes del verano ha facilitado al dejar libre un edificio emblemático: la casa Garriga Nogués. La muestra lleva por título El triunfo del color y es, a juicio de Pablo Jiménez Burillo, director del área cultural de la fundación, «una exposición que no solo ayuda a conocer mejor la historia del arte de un periodo determinado sino que también permite pasarlo bien y disfrutar de la pintura».

La muestra solo se exhibirá aquí y está construida pensando en Barcelona: «Cuando planteábamos la exposición nos dimos cuenta de que una de las cosas que caracterizaba la ciudad era el color. Y nos gustó la idea de una muestra que hablará de la historia del color, y de cómo este es uno de los elementos que mejor ayudan a entender la transformación de la pintura en el XIX y la llegada al siglo XX», apunta Jiménez Burillo que también ejerce de comisario junto a Isabelle Cahn. De manera que el color como camino para llegar a la pintura de vanguardia desde el impresionismo es el argumento que hila la totalidad de las piezas expuestas.

Seurat y la técnica del puntillismo -aquella que no mezcla los colores en la paleta sino que estos se combinan en la retina a partir de ver la yuxtaposición de puntos de colores primarios en la tela- abre el recorrido. Un paseo expositivo que continua con la más pasional y menos racional pintura de Van Gogh que está presente a través de uno de sus autorretratos realizado tras conocer la obra de los neoimpresionistas en París y abandonar los tonos sombríos de sus inicios.

El color como elemento que desvela la dimensión simbólica de la pintura es la siguiente parada de la ruta con La marina con vaca de Gauguin y El talisman de Sérusier como reclamos. Esta última, la pieza en la que su autor usó amarillo para los árboles, azul prusiano para las sombras y bermellón para las hojas siguiendo los consejos de Gauguin y dio pie al nacimiento de los Nabis además de abrir camino a la abstracción.

Gauguin protagoniza también la emancipación del color con sus Mujeres de Tahití o En la playa, donde trata los tonos como lo hacían los renacentistas: tres colores primarios, dos directos y uno mezclado. Y ahí están el amarillo, el rojo y el azul (transformado en verde) del óleo pintado en el Pacífico. Cézanne y sus bodegones, y los fauves y sus intensidades continúan el hilo de la exposición que cierran Picasso y Matisse, los artistas que marcaron las dos grandes líneas del arte en la primera mitad del siglo XX.

Presupuesto compartido

La muestra estará hasta el 10 de enero, y a esta le seguirán dos exposiciones dedicadas a la fotografía: una retrospectiva de Hiroshi Sugimoto y otra de Bruce Davidson. La idea es organizar tres grandes encuentros al año -uno dedicado al arte de los siglos XIX y XX y dos centrados en la imagen-, que pueden ser o no compartidas con los dos centros que la fundación tiene en Madrid. Ciudad en la que la institución lleva exponiendo desde 1988 y en la que presentó el románico del MNAC durante la remodelación de las salas del Palau Nacional. Lo que sí será a medias con Madrid es el presupuesto de la institución (entre 10 y 12 millones para cultura). Y será así, por lo menos, durante los cinco próximos años, el tiempo pactado de alquiler del edificio.