Si DonDelillo gana el premio Nobel de Literatura... investiguen a la Academia Sueca

El norteamericano ha subido 42 posiciones en las casas de apuestas británicas desde que el 5 de octubre se votó en secreto el nombre del ganador

El escritor Don DeLillo

El escritor Don DeLillo / periodico

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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Retengan este nombre. El del novelista norteamericano Don DeLillo. Si resulta ser el ganador del Premio Nobel de Literatura, el nombre de cuyo ganador se anuncia este jueves 13 de octubre en Estocolmo, la Academia Sueca quizá debería ser sometida a una investigación similar, aunque a pequeña escala, a la de las tramas de partidos de fútbol amañados. No porque le falten méritos para ser galardonado (aunque se pueda dudar de si la corresponde a él antes que a su compatriota Philip Roth) sino por los movimientos que se han producido en las casas de apuestas británicas en los últimos días: desde que el jueves pasado los académicos suecos decidieron, teóricamente en secreto aún, el nombre del ganador, las opciones de DeLillo en la casa de apuestas Ladrokes han subido de un 66/1 a un 6/1, escalando 42 posiciones hasta el cuarto lugar de la tabla. Un movimiento que no ha experimentado ningún otro escritor (ha habido oscilaciones menores, pero también significativas, con el novelista keniano Ngugi Wa Thiong'o y el dramaturgo sueco Jon Fosse, o la remontada experimentada pocas horas antes de la entrega del premio por Claudio Magris, que ha pasado de la posición 20ª a la cuarta).

Quizá todo sean suspicacias sin fundamento, y salta la sorpresa. O los suecos siguen poniéndose al día de su escaso interés a lo largo del siglo XX por las escritoras o los autores no europeos, o el premiado es uno de los cinco máximos favoritos según los apostadores: Ngugi Wa Thiong'o (4/1, en cabeza cuando hace una semana estaba en cuarto lugar), Haruki Murakami (5/1), el poeta sirio Adonis (6/1), el norteamericano Philip Roth (12/1) y el sueco Jon Fosse (12/1).

Aunque, eso sí, el nombre de DeLillo tiene un serio inconveniente: alérgico a los actos públicos, cuando se le arrastra a uno de ellos prohíbe terminantemente que se le fotografíe o se emitan vídeos con su intervención: unas condiciones radicalmente incompatibles con el protocolo de los Nobel, que incluye una conferencia retransmitida mundialmente y la participación en el acto de entrega de los premios y la cena de gala que sigue. Así que si ganan, los académicos deberían ser sometidos a un severo escrutinio... por su escasa perspicacia mediática. O quizá a Don Delillo se le pasarían las manías de golpe con un Noble en la mano.

ANTECEDENTES

Pero sucede que en otras ocasiones movimientos de este tipo (¿y qué puñetas deberían saber los apostadores, no de los méritos literarios de un autor, que también, sino de qué han votado en Estocolmo?) han servido para detectar el nombre del ganador, y para plantearse si algún primo/amigo/conocido de algún académico indiscreto/venal ha aprovechado para ganarse unas libras con información privilegiada. 

Según recuerda la periodista de 'The Guardian' Alison Flood, que lleva años con la mosca tras la oreja, en el año 2008 cuando ganó Le Clézio las apuestas empezaron en 14/1 y sa cerraron en 2/1; en el caso de Hertha Müller pasaron de 50/1 a 3/1; en el 2011, las de Thomas Tranströmer pasaron de 12/1 a 4/6; y las de Svetlana Alexievich de 5/1 a 3/1. Y según admite Ladbrokes, en los últimos diezaños las apuestas por el ganador han estado en nueve ocasiones por debajo de 10/1 y en siete el triunfador era uno de sus tres favoritos. En algunos casos en que sucedieron cosas demasiado evidentes, cabe sospechar que los académicos activaron su plan B y aplazaron un par de años el premio: quizá pudo suceder en el 2013, cuando Alexievich pasó de 50/1 a 4/5 (o sea, se la daba como ganadora con la misma seguridad que en un Barça/Sant Andreu) y la ganadora fue Alice Munro.

EL MECANISMO

Recordemos que la proporción entre dinero apostado y ganado (quien se la jugase por DeLillo hace una semana obtendría 66 libras por cada libra apostada) va bajando, y el candidato va subiendo en la lista de favoritos, en función del dinero apostado por él. Los resultados, por ejemplo, de Bob Dylan o Haruki Murakami pueden explicarse por la movilización de sus fans. Los de la arisca y desconocida Hertha Müller en el 2011, digamos que no. Más bien al efecto bola de nieve que se produce cuando alguien hace una apuesta fuerte, eso se refleja en la tabla y los apostadores atentos siguen la estela.

El calendario de los movimientos en las casas de apuestas debe ser examinado con atención. Hace unos días, el académico Per Wästberg aclaró a la TV pública sueca el porqué de la movilidad de la fecha del anuncio del Nobel de Literatura: "De acuerdo con los estatutos debemos reunirnos el penúltimo jueves de septiembre y este año ha caído muy tarde. Necesitamos cuatro jueves: el primero, los miembros dan su dictamen; el segundo, cada uno opina sobre los candidatos; el tercero, resumimos y votamos, y el último, se hace el anuncio", declaró. Es decir, el resultado de la votación lo conocen un puñado de personas desde el pasado 5 de octubre.

Y si al final todo esto son especulaciones, que sirven para que los medios empezamos a hablar del Nobel un par de días antes, sin nada más que humo entre los dedos... vaya usted a saber si acaba por aparecer un nobel en lengua español español (Javier Marías en el octavo lugar, César Aira en el 15º o Juan Marsé en el 20º).