Respetuoso desencuentro

CRÓNICA David Murray y la Free Art Ensemble no acabaron de acoplarse en el Jamboree

David Murray, en un momento de su actuación.

David Murray, en un momento de su actuación.

ROGER ROCA / BARCELONA

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Si en los años ochenta el free jazz tuvo algo parecido a una estrella fue el saxofonista norteamericano David Murray, que a juzgar por el interés que despertaban sus incontables discos y giras, parecía ser el depositario último de la tradición de los padres del jazz más libre. El martes, Murray actuaba en el Jamboree Jazz Club Festival junto al Free Art Ensemble de Barcelona, un grupo local formado por algunos de los improvisadores más activos de la ciudad. Pero lo que se vio en el abarrotado escenario de la plaza Reial no fue el concierto de una estrella y sus 11 comparsas. Más bien al contrario. Las voces cantantes -porque el Free Art Ensemble es realmente un colectivo- las llevaron los jóvenes músicos de Barcelona.

De espaldas al público, mirando al escenario, algunos miembros de la banda se turnaban para dirigir a sus compañeros con un vistoso sistema de señales que parece un juego de niños, pero que es algo muy serio. Lo inventó un compañero de Murray, el fallecido Lawrence Butch Morris, y permite dirigir improvisaciones colectivas que el martes en el Jamboree fueron a ratos estridentes, a ratos hipnóticas y a vueltas pura abstracción pero siempre de una intensidad muy alta. A un lado del escenario, envuelto en decibelios, David Murray lo miraba con simpatía pero también con el gesto de quien ve librar una guerra que un día fue la suya, pero ya no lo es. Hoy Murray está más por la melodía y el groove que por las salvas y explosiones de la improvisación.

Sonido atronador

Participó a ratos, con ese sonido atronador y tan suyo al saxo tenor y el enorme abanico de timbres que le saca al clarinete bajo. El Free Art Ensemble tuvo la deferencia de interpretar una pieza suya, la pegadiza Flowersfor Albert, y el ritmo contagió al veterano saxofonista, que entonces sí pareció meterse de lleno en la música. «Como decía Ornette Coleman, el jazz es la escuela pero el funk es el maestro», dijo Murray, en una frase que podría resumir su propia filosofía. Los discípulos agradecieron las enseñanzas pero siguieron a lo suyo, aguerridos, atronadores, hoy por hoy irreductibles. H

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