ESTRENO DE CINE

Daniela Féjerman: "Viví un proceso de adopción que casi acaba conmigo"

La directora argentina relata su experiencia personal en el drama 'La adopción', que llega este viernes a los cines

Daniela Féjerman, directora de 'La adopción'.

Daniela Féjerman, directora de 'La adopción'. / periodico

BEATRIZ MARTÍNEZ / MADRID

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El proceso de adopción puede llegar a ser muy duro, pero en ocasiones constituirse como una experiencia traumática. La directora argentina Daniela Féjerman vierte su propia vivencia personal en su nuevo trabajo, 'La adopción', en el que recorre a modo de exorcismo las complicaciones y dilemas morales que se encontró a lo largo de un durísimo recorrido trufado de engaños y corrupción.

La película, presentada en la pasada Seminci y protagonizada por Nora Navas y Francesc Garrido, nos sumerge en el particular calvario por el que tendrá que atravesar una pareja que viaja a un país de la Europa del Este para conseguir hacer realidad su sueño de ser padres.'La adopción' llega este viernes a los cines.

–La película parte de una experiencia personal. Debe ser duro trasladar eso a la pantalla.

–Fue un poco por necesidad. Necesidad de contarlo, necesidad expresiva, necesidad de darle otro sentido, de transformarlo en relato. Yo adopté un niño en Ucrania hace bastantes años y ya mientras estaba metida en ese proceso en el que no paraban de surgir complicaciones y que casi puede conmigo, sentía que tenía que compartirlo con mis seres más cercanos. Les escribía cartas contándoles cómo estaba siendo mi pesadilla y recuerdo que les decía que era como un cuento de Navidad contado por Kafka. Una de mis amigas me sugirió que en el momento en el que tomara distancia, podría volver a ello de una manera más reflexionada. Y poco tiempo después me puse a escribir el guion.

–Un guion que ha escrito junto a Alejo Flah.

–Necesitaba a alguien que, aunque conociera la historia paso a paso, me sirviera de contrapunto, que no estuviera tan involucrado a nivel emocional como yo. Había que objetivar el relato y construir una ficción, que tuviera un pulso, una progresión, una serie de capas. Y en ese proceso Alejo fue fundamental para darle una verdadera consistencia.

–La película, aunque parte de un caso muy concreto, también sirve para contar la historia de una pareja y cómo su relación se verá condicionada por los elementos externos que distorsionan su estabilidad.

–El contexto espeluznante en el que se ven metidos, que les supera y que es un mundo hostil y corrupto, sirve para poner de manifiesto cómo les afecta a ellos a un nivel íntimo y personal. Y de qué forma, en lugar de convertirse uno en un apoyo para el otro, como son al principio, comienza a resquebrajarse su confianza durante el camino. Aunque se tenga una relación muy sólida, es un proceso que termina mermando la moral, porque te enfrentas a una situación que es como una bomba de relojería que te estalla en la cara. Y ahí empiezan a salir las fracturas, las cosas pendientes, las no dichas, los reproches…

–Me gustaría que me hablara de esa pesadilla en la que se introducen los personajes y que sirve para realizar una crítica en torno al propio sistema de adopción.

–Lo que es la descripción del procedimiento es bastante fiel a la realidad que yo me encontré allí. La corrupción se encuentra introducida dentro del sistema nacional, estatal interno y es el descubrimiento más terrible de todos, saber que todo eso está montado para que alguien se lucre, para hacer negocio con los niños.

–¿Qué conflictos morales se plantea uno cuando se introduce en esa situación?

–El primero es saber dónde están tus límites. Cuando te enseñan las fichas de niños con enfermedades muy graves, que ni siquiera sabes lo que tienen, te planteas que de verdad estás eligiendo, y que es horrible verte en esa tesitura. Sabes que al decir que no, ese niño pierde una oportunidad de salir de ahí. Es realmente muy traumático enfrentarse a eso.

–El rodaje lo trasladaron a Lituania.

–Sí, fue un rodaje mixto, con parte del equipo de allí y de aquí. Y fue muy duro, pero a la vez muy reconfortante, porque como todos estábamos aislados, eso contribuyó a que nos uniéramos más. Hubiera sido imposible rodarlo en Ucrania, nos lo habría prohibido. Ellos no quieren que se sepa lo que allí está pasado.