EXPOSICIÓN

El cubismo de Braque llena el Guggenheim de Bilbao

'Naturaleza muerte', de Georges Braque.

'Naturaleza muerte', de Georges Braque. / periodico

NATÀLIA FARRÉ / Bilbao

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Aunque se suele citar a Pablo Picasso como el padre del cubismo, el movimiento que rompió definitivamente con la tradición tuvo otro progenitor: Georges Braque. A este, gran colaborador y amigo del malagueño en los primeros años de la pintura compuesta por 'pequeños cubos', como la llamó de forma desdeñosa Henri Matisse, dedica su actual muestra el museo Guggenheim de Bilbao. Una retrospectiva, la más importante celebrada nunca en España, que, bajo el título de 'Georges Braque', reúne, hasta el 21 de septiembre, cerca de 250 piezas del precursor del cubismo e inventor de la técnica de 'collage' ('papiers collés').

La muestra, comisariada por Brigitte Leal y patrocinada por la Fundación BBVA, es un recorrido cronológico por todas las etapas de la trayectoria artística del creador francés y una suerte de homenaje a una de las figuras más destacadas de la vanguardia de principios del siglo XX y a su vez más subestimada. "Su estatuto de artista oficial de la Francia gaullista lo ensombreció indudablemente a los ojos de la generación contestataria que le siguió", y le hizo caer durante varias décadas en un olvido relativo, apunta Leal.

La fama y fortuna crítica de Picasso tampoco ayudaron mucho en el reconocimiento del genio de Braque, relegado siempre al papel de segundón. "Picasso es el nombre más conocido del siglo XX, está muy representado en todos las colecciones y tiene museos propios", afirma Leal que destaca, además, que "Braque fue un personaje mucho más solitario" que el malagueño y tuvo como modelo ético a Cézzane, quien afirmaba que el artista era un hombre potente y solitario.

Cubismo y etapas anteriores

El recorrido por la exposición permite conocer la trayectoria más conocida, el cubismo, y la más desconocida, las etapas anteriores y posteriores al movimiento vanguardista, del creador francés, y da, a juicio de la comisaria, una "visión muy amplia de una de las figuras capitales del siglo XX". Empieza con los inicios fauvistas del artista para adentrarse rápidamente en su relación con Picasso al que conoció en 1907, cuando visitó su estudio en el Bateau Lavoir acompañado de Apollinaire. El malagueño estaba trabajando en 'Las señoritas de Aviñón', y Braque quedó fascinado por aquel lienzo salvaje, compuesto por un conjunto de planos angulares sin fondo ni perspectiva espacial. El encuentro supuso un cambio radical en la vida y obra de Braque, y marcó los inicios del cubismo.

Punto de partida que se sitúa en 1908, cuando el creador francés expuso una selección de paisajes en la galería Kahnweiler. Con Picasso trabajaron codo a codo durante los primeros años del nuevo lenguaje, hasta que Braque tuvo que alistarse para ir a la primera guerra mundial. Pero no perdieron la amistad: "Pese a la rivalidad y que las dos guerras los alejaron, compartieron una intimidad artística muy fuerte y fueron amigos toda la vida", afirma la comisaria. 

El cubismo sintético, el cubismo analítico y los 'papiers collés' -inventados por Braque cuando casualmente descubrió un papel que imitaba la madera y decidió pegarlo en una tela- dan paso en la muestra a las famosas 'Canéforas', una mirada al pasado calificada en la época como el retorno al orden y a la figuración de Braque, y que Leal aclara, "no es una recuperación académica del clasicismo sino una recuperación cubistas del academicismo".

Cerámicas inéditas

Junto a estos lienzos lucen unas cerámicas inéditas procedentes de una colección privada y que tienen también regusto clásico, pues aluden a los colores y formas de la cerámica griega. Las referencias al pasado siguen con la pintura oscura y dolorosa llena de calaveras -en clara alusión a las vanitas del siglo XVII- de los años de la segunda guerra mundial.

Por último, Braque pasó a las series de talleres y pájaros para acabar pintando sencillos paisajes de Varengeville. "Obras pequeñas pero muy potentes con colores muy vivos que recuerdan el amor de Braque por Van Gogh", según Leal, y "pintura desnuda, poseedora de una audacia diferente, una audacia mucho mayor que la de hace años; una pintura que para mí se sitúa en la avanzada del arte actual, con todos sus conflictos", según Giacometti, palabras que escribió tras la muerte del artista francés. Corría el año1963 y en el caballete de Braque quedó reclinada 'La escardadora', pieza que pone punto final a la muestra.