Cuando Pujol 'mató' a Pla
El editor reconvertido Sergio Gaspar debuta en la novela con la satírica 'Viento de tramontana'
Motivos para no estar contento tiene Sergio Gaspar, que fue uno de los más arriesgados editores de la literatura en castellano con el extinto sello DVD, donde descubrió a buena parte de la Generación Nocilla y en especial a Manuel Vilas.La crisis le obligó a echar el cerrojo. Ahora, a los 60 años cumplidos, se jubila también de la docencia y se reinventa como narrador con Viento de tramontana (Edhasa) que su editor, Daniel Fernández, define con cariño como una «ida de pinza más que notable». Ese aire tristón o quizá adustez castellana (Gaspar vino de Checa, Guadalajara, a la Catalunya profunda cuando tenía 9 meses) contrasta con el tono esperpéntico y descacharrante de la novela, una sátira enmarcada en el proceso independentista de ahora mismo.
A saber: el núcleo de la historia pone a Jordi Pujol y a Josep Pla frente a frente el 23 de abril de 1981, cuando el president decide que Pla está oficialmente muerto desde ese día «porque no puede ser que el más importante escritor catalán sea un facha». Lo que Gaspar imagina es un viaje jocoso del autor del Quadern gris que, convertido en inmortal, se pasea por Catalunya tras la promesa de Pujol de que acabaría convirtiéndole en uno de los autores importantes de la prosa nacionalista. Ocultar ese secreto llevará al president y a sus sucesores a proclamar la vía independentista «como solución».
El argumento puede parecer delirante, y sin duda lo es con creces, pero Gaspar no contaba con el mea culpa fiscal de Pujol, que estalló cuando el libro ya estaba en la imprenta. «No cambiaría una sola coma de haber podido hacerlo. Porque mi novela corrobora todo lo que iba a pasar. Donde yo puse Pla es fácil colocar ahora Andorra».
TRADICIÓN / Viento de tramontana, título extraido de un verso del poema de Ausiàs March, Veles e vents, es también un abigarrado patchwork de referencias culturales en el que se entrelazan la poesía mística (trasformada aquí en erótica), la picaresca, la novela de caballerías y El Quijote o Valle Inclán, con unas gotas del típico humor escatológico catalán -esa mossa d'esquadra sodomizada por un oficial de la guardia civil- cuyo mejor exponente sería Pitarra, humorista de pro y padre, por cierto, no muy aireado del célebre poema patriótico El fossar de les moreres. «El libro es una búsqueda de la propia tradición sin que eso signifique alejamiento de la realidad», resume Gaspar.
El editor, poeta y ahora novelista también ha integrado en el texto fragmentos ajenos. Como lo que Pla escribió de Jordi Pujol, sin ir más lejos: «Ha demostrado tener una ambición desmesurada y pública propia del típico político ignorante».
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