The New Raemon, 10 años de intensidad

Ramón Rodríguez celebró en Apolo el aniversario de su vehículo personal, plasmado en la antología 'Quema la memoria'

Concierto de The New Raemon en la sala Apolo.

Concierto de The New Raemon en la sala Apolo. / periodico

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Ahora que, invocando al poeta, de casi todo hace ya 20 años (como mínimo), los diez de The New Raemon pueden parece poca cosa, pero en este tiempo el señor Ramón Rodríguez ha publicado una decena de discos largos (tres de ellos, compartidos), es decir, uno por temporada. Sin contar el más reciente, el doble antológico ’Quema la memoria’, que este jueves enmarcó su concierto de aniversario en Apolo (festival Guitar BCN).

En este tiempo el barcelonés ha comprimido y consolidado sus artes como compositor en la frontera de la convención y la excentricidad. Quizá las de The New Raemon sean las canciones normales más extrañas, o las raritas más accesibles, porque en su aparente orden melódico, en su meticulosa gramática pop, suele haber giros oscuros, soluciones inusuales y un uso de la metáfora maravillada para explicar cataclismos emocionales .

De esto último sabe bastante Dimas Rodríguez, que abrió la sesión con su grupo, Invisible Harvey, en formato de septeto, con violín y cello, luciendo compenetración en esas canciones que combinan la línea melódica delicada y las dinámicas instrumentales frondosas. Las canciones de su admirable único disco, ‘La puerta giratoria’, suaves y con cuerpo, coronadas por ‘La noche de fin de año somos arte funerario’, en la que Dimas repitió una y otra vez, siempre amorosamente, “y yo sé mucho de lápidas y epitafios”.

The New Raemon comenzó “por el principio de todo”, anunció Ramón Rodríguez, es decir, por ‘La cafetera’, de su primer disco (2008), y siguiendo cronológicamente con ‘Sucedáneos’, ‘Variables’ y un ‘Por tradición’ al que se sumó Zahara (“con un retoño en la panza”, informó el cantante). Fueron cayeron esas canciones que funden dinámicas decididas con influjos melancólicos y climas enrarecidos (‘Hundir la flota’, ‘Oh, rompehielos’, ‘Quimera’) y que solo a veces adoptan estribillos nítidos (‘Reina del Amazonas’).

Rodríguez se quedó solo en ‘Verdugo’ y en su adaptación de ‘Te debo un baile’, de Nueva Vulcano, y reincorporado el quinteto, celebró la emotividad distante de ‘Kill Raemon’ antes de presumir de presente: cinco canciones de ‘Lluvia y truenos’, su reciente disco con McEnroe, con la colaboración vocal del propio Ricardo Lezón, antes de volver al principio con ‘Tú, Garfunkel’. The New Raemon, quemando la memoria y tomando impulso, quizá, para otros diez años.