CRÓNICA DE CONCIERTO

Primal Scream, volviendo a los Stones

La banda escocesa pasó de puntillas por su último disco, 'Chaosmosis'' y se asentó en sus clásicos más rockeros en Razzmatazz

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JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Entre todas las fases sonoras por las que ha pasado desde sus inicios en los 80, Primal Scream se queda, ahora mismo, con la más clásica y menos aventurera. Eso podemos deducir de su concierto, este domingo en Razzmatazz, donde, más que presentar su último disco, 'Chaosmosis' (del que solo sonaron dos canciones), la banda escocesa se mostró interesada en ofrecerse como una versión alternativa de los Rolling Stones.

Bobby Gillespie y compañía abrieron con 'Swastika eyes', a golpe de rock electrónico corpulento, conectado con su reconstrucción total de 'Slip inside this house', de 13th Floor Elevators vía Andy Weatherall. Primera mirada al gran obelisco, 'Screamadelica' (1991), el álbum que, a través de otras dos citas, acabó colocando el pilar más sólido de la noche. 'Jailbird' decantó la balanza hacia las guitarras de la era 'Exile on main street', como 'Dolls' y ese 'It’s alright, it’s OK' replicado en el tramo final por el público (escaso, por cierto: la 'festivalitis' erosiona cierto perfil de rock de sala media) con aullidos como los de 'Sympathy for the devil'.

Es una pena que cayera del repertorio 'Where the light gets in', la canción más destacada (y primer 'single') de 'Chaosmosis', que ahí interpretaban con la ayuda vocal de Sky Ferreira, y que sí tocaron hace unos días en París. Ese trabajo estuvo representado por un '(Feeling like) a demon again' con vago sabor a New Order y ese '100% or nothing' realzado por los coros de Simone Butler, bajista de gira desde el 2012. Volviendo a los 90, 'Star', del disco 'Vanishing point', sonó un poco disminuida sin los metales de la grabación.

GÓSPEL Y TRANCE

Más voces, esas gospelianas y pregrabadas, envolvieron de épica el mejor momento de la noche, el feliz desvarío de 'Loaded', con su piano house, la guitarra 'slide' de Andrew Innes, su complexión voluptuosa y un Gillespie metido hasta el fondo, cantando con su cuerpo delgaducho encorvado hacia el público como un predicador en trance. Esa sí que fue, en su día, una manera de releer a los Stones sin simplemente reproducir sus 'riffs' de guitarra.

El rock’n’roll más canónico volvió a tomar el poder con 'Country girl' (presentada por Gillespie como 'Catalan girl') y 'Rocks', la canción bandera de su disco más 'retro', 'Give out but don’t give up' (1994). En el bis, Gillespie se puso un poco 'crooner' en la balada 'I’m losing more than I’ll ever have', rescate su disco homónimo de 1989, y el punto final vino con 'Movin’ on up', remate 'screamadélico' en buen estado de conservación. Un Primal Scream consistente aunque conservador. 'Stoniano' y un poco agarrado: 13 canciones, hora y cuarto.