CRÓNICA

La Pegatina, el poder de la pachanga

El grupo cierra la era de 'Revulsiu' con tres conciertos en Apolo antes de emprender la grabación de su sexto disco

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zentauroepp40334966 barcelona 28 09 2017 concierto de la pegatina en la sala ap170929174052 / FERRAN SENDRA

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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En los últimos dos años y medio, La Pegatina ha dado la vuelta al mundo, de Santiago de Chile a Sídney, a lomos de su quinto disco, ‘Revulsiu’, un largo ciclo que vive su clímax estos días en la sala Apolo. Tres conciertos (el último, este sábado; entradas agotadas) en los que el grupo originario de Montcada i Reixac cierra etapa liberando tensiones y celebrando un repertorio y una actitud.

Porque en un concierto de La Pegatina son tan importantes las canciones como el modo de ofrecerlas al público, encadenándolas sin pausas, saltando de un estribillo a otro, combinando ritmos, metiendo en la batidora pedazos de hitos ajenos (‘Fiesta’, de The Pogues, o ‘Sweat (A la la la la long)’, de Inner Circle) y buscando la respuesta instantánea del público, como si nada pudiera suceder sin ese diálogo con la pista. La Pegatina representa esa idea horizontal de la música, y la diversidad de palos y de moldes de composición, herencia del ‘patchanka power’ de Mano Negra desde un encuadre latino, explica por qué el grupo está muy por encima de la inmensa mayoría de bandas neomestizas.

Repertorio en movimiento

En el segundo de estos conciertos, el jueves, la banda se mostró sobrada de recursos: tiene un repertorio amplio con el que jugar a placer y le dio la vuelta, en buena parte, al de su disco ‘Live 2016’, grabado en su formato de La Gran Pegatina. Su treintena de canciones fueron un no parar: del corrido mexicano de ‘La sorranchera’ a la rumba de ‘Lerei’, del ska frenético de ‘La voisine’, con pliegues rockeros dignos de Los Fabulosos Cadillacs, a la incursión discotequera de ‘Foxy & Billy’, donde el acordeonista, Roman Reinard, con peluca ‘afro’, usurpó por unos minutos el liderazgo escénico de Adrià Salas.

Salpicando el repertorio, ‘hits’ como ‘Y se fue’, ‘Gat rumberu’, ‘Alosque’…, gritados por Apolo a todo pulmón. Amigos de ruta como Kelly, del grupo Koers, Che Sudaka y Amparo Sánchez, exAmparanoia (frenético ‘Que te den’). Breves momentos para tomar aliento en ‘Amantes’, con Salas transformado en cantautor guitarra en mano, y una mirada al camino andado: en el 2018 el grupo cumplirá 15 años, con 1.000 conciertos en 27 países a sus espaldas, informó el cantante.

Adelantándose a la conmemoración, una “canción de carretera y manta”, añadió: ‘Muérdeme’. “Vamos a comernos el mundo”, anuncia el estribillo. A eso se han dedicado todo este tiempo y a ello volverán a partir de la próxima primavera, cuando, si se cumplen sus planes, publiquen su sexto disco, con renovadas ensaladas de ritmos. Hasta entonces, queda la imagen de este Apolo por triplicado, tomado por un público entusiasta. Quizá solo sea pachanga, pero les gusta.