CRÓNICA

Luna, de culto a culto

El grupo estadounidense reapareció en Bikini con un sólido concierto en el que combinó sus clásicos con versiones de artistas como The Cure, Bob Dylan y Harry Nilsson

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zentauroepp40506223 barcelona 11 10 2017 concierto de luna en la sala bikini e171012165828 / FERRAN SENDRA

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Tras la gira de reencuentro de hace dos años, que comenzó en escenarios españoles, Luna exhibe vitalidad artística de un modo un poco desconcertante: disco de versiones y disco con piezas instrumentales, como buscando evitar la comparación con el pasado. Así, su material de la era clásica (1992-2004) luce con todo su tenue esplendor y su aura de reliquia de la era ‘indie’ en conciertos como el de este miércoles en Bikini.

Es también el modo de poner el foco en el lenguaje musical más que en las composiciones, en resaltar el magnetismo de sus elaboradas cortinas de guitarras en connivencia con la voz desvalida de Dean Wareham, el que previamente fuera miembro de una banda más de culto si cabe, Galaxie 500. Hacia esas dinámicas eléctricas recogidas, ahora más maduras, apuntó la primera canción de la noche, ‘GTX 3’, única alusión a su reciente epé instrumental, ‘A place of greater safety’.

De The Cure a Dylan

Del otro lanzamiento de este año, ‘A sentimental education’, integrado por ‘covers’, ofrecieron cuatro piezas, ninguna de ellas demasiado famosa: las adaptaciones de The Cure (‘Fire in Cairo’, de sus inicios), Mink DeVille, Mercury Rev y un ‘Most of the time’, de Bob Dylan, poco frecuente en esta gira y que tocaron por petición, en los camerinos, de su amigo el periodista musical Ignacio Julià. Canciones que el grupo integró de pleno en su mundo, y que casaron con los rescates de su obra propia, como la ensoñadora ‘Chinatown’, un ‘Tracy I love you’ tocado por los aullidos de Wareham y ese ‘Still at home’ que cantó Sean Eden.

Ahí seguían estando, bien conservadas, las tramas de guitarra minuciosamente abrasivas y la tensión entre electricidad y emotividad de ‘I want everything’, que condujo a la secuencia solista de Wareham en ‘Friendly advice’. El disco más citado fue el tercero, ‘Penthouse’ (1995), incluyendo, en los bises, su composición más celebrada (y más larga), ’23 Minutes in Brussels’, reflejo del eterno influjo de The Velvet Underground.

Estábamos ya en terreno de bises en Bikini (sala que, como recordó Wareham, acogió a Luna hace dos décadas) y Britta Phillips, la bajista, tomaba la voz cantante en la dulce y envolvente ‘One fine summer morning’, de su disco en solitario del año pasado, ‘Luck or magic’. Trazos de melancolía subrayados en la última canción de la noche, ‘Everybody’s talkin'’, el éxito de Harry Nilsson, que la banda grabó en su vida anterior. Luna, metabolizando composiciones ajenas  y colocando en una vitrina unos logros propios con los que, por ahora, renuncia a competir.