CRÓNICA

John Mayall, motor de blues

El músico británico ofreció un expresivo recital en Apolo en un formato de trío sin guitarrista

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JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Sorpresa: John Mayall, el patriarca del blues blanco, célebre por haber dado un día cancha a jóvenes portentos llamados Eric Clapton, Peter Green o Mick Taylor, ha salido de gira sin guitarrista. Así le vimos este lunes en Apolo, en un concierto en el que, si bien pudo echarse en falta el componente físico, incluso pirotécnico, de las seis cuerdas, Mayall se ofreció en una versión destilada, tersa y fiel a su visión del género afroamericano.

Quizá el autor de ‘Room to move’ nos vino a decir que la música es una idea y una expresividad y que el formato instrumental elegido es un asunto menor, aunque eso suponga llevar la metáfora bastante lejos. Y sí, tuvimos a un Mayall tan genuino como siempre, de voz algo castigada pero expresiva, cantando sin afectaciones, casi como si hablara, y que, con 83 años y miles de noches de música a cuestas, no dio la impresión de tomarse los recitales con ánimo rutinario. Sus repertorios varían por completo de una noche a otra, lucen frescos y vivaces y, como sucedió este lunes, la sesión puede estirarse hasta las dos horas.

TRÍO HIPEREXPRESIVO

Sus pulsaciones al órgano, en diálogo creativo con el bajo de Greg Rzab y la batería de Jay Davenport, acompañaron los primeros compases, piezas como el trotón rhythm’n’blues ‘Ain’t no guarantees’. Entre los tres llenaban las canciones forzando la máquina aquí y allá para cubrir la ausencia de Rocky Athos. Dinámicas instrumentales sutiles, sin efectismos. Mayall, con gafas graduadas, caballero atento a las clásicas formalidades: “esta canción que tocaremos para ustedes es…”, soltaba antes de cada pieza. Añadiendo toques didácticos e ilustrativos como que Jimmy Rogers, autor de ‘That’s all right’, “trabajó muchos años con Muddy Waters”, o que ‘Another kinda love’ versa sobre “una relación lésbica”.

Sí que hubo una guitarra, la suya, un modelo semi-acústico que sacó para correr mástil arriba en ‘Voodoo music’ y en aquel adelantado lamento ecologista de 1970 llamado ‘Nature’s disappearing’. Y sonó la armónica en solos fogosos y técnicos como el de ‘Blue midnight’, aislada cita a su nuevo disco, ‘Talk about that’. Mayall moduló fuerzas en la reposada ‘A special life’ y se rearmó con ‘Dream about the blues’ rumbo a la traca final.

Un asistente pelma que se pasó las dos horas gritando “¡’Room to move’!”, sin respetar ni siquiera los momentos de solos más delicados, tuvo por fin su recompensa en el bis. Revisión correosa de este clásico que, en el álbum ‘The turning point’, de 1969, ya sonaba sin punteos guitarrísticos, todo impulso y esencia. Mayall, desentendiéndose de los libros de estilo y buscando su propia conexión con la música.